Capitulo 17: El atardecer y tú.

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Izabella.

Me dedique a guardar silencio al observar al amor de mi vida hacer su vida con alguien más, no podía... más bien me negaba a creerlo, ella no seria capas de lastimarme, ¿Dejo de amarme?

Hasta la pregunta es estúpida.

-Me niego, me niego a perderte. -me dirigí hacia la chica vestida de blanco.

-No deberías estar aquí -dijo ella.

-¿Es lo único que dirás? -pregunté, con un nudo en la garganta.

-No se que es lo que quieres que diga, ya no te amo... de hecho nunca lo he hecho.

-¿Cómo es posible? -pregunté con el corazón roto-Hace unos meses jurabas que yo era tu persona, esa a la cual tú no podrías dejar de amar.

-Deberías, darte cuenta de que no todo lo que las personas decimos es cien por ciento real. -dijo sin ninguna expresión en su rostro.

-Tal vez tienes razón, pero algo me dice... que no eres sincera.

Al menos eso es lo que una parte de mi anhelaba sentir, pero la parte racional me gritaba que lo mejor seria alejarse y renunciar a esa patética esperanza de que ella y yo en algún momento podremos estar juntas.

Al menos eso es lo que una parte de mi anhelaba sentir, pero la parte racional me gritaba que lo mejor seria alejarse y renunciar a esa patética esperanza de que ella y yo en algún momento podremos estar juntas

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-¿Qué estas leyendo? -preguntó Emma, mientras recostaba su cabeza en mi hombro.

-Es una novela a romántica, sobre dos chicas. -expliqué-Las cuales se aman, pero la vida les muestra de una y mil maneras que no se hacen bien.

-¿Por qué eso es romántico? -preguntó la castaña.

-No lo sé hermosa. -respondí, siendo sincera al respecto-Pues supongo que porque es algo muy dramático y a nosotros los lectores nos encanta leer un poco de drama de vez en cuando.

-Cierto, ¡dios que me masoquistas somos! -dijo, girando los ojos.

Después de ese momento en la tienda de discos, decidí que ya era hora de irnos para poder mostrarle el lugar a Emma, el plan era llegar justo a tiempo para contemplar el atardecer. Y bueno decidimos que irnos en tren sería un plan romántico.

Nos encontrábamos en el tren de camino al lugar sorpresa que quiero mostrarle a la chica recostada en mi hombro. Hace un rato mis inseguridades se hicieron presente una parte de mí, creyó que me estaba pasando de intensa al demostrarle tan abiertamente lo feliz que me siento al tenerla, pero como contenerme si ahora que sé que es posible estar juntas no logro dejar de sonreír.

-¿Vas a decirme a donde nos dirigimos? -preguntó, aun recostada.

-Em, no entiendes que es una sorpresa.

-Yo quiero que me digas. -insistió, haciendo un puchero.

-Pues te aguantas.

-Que mala eres, pero está bien entiendo. -alzó su cabeza para mirarme fijamente-¿Traes audífonos?

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