Capítulo 29: Sus labios sabor a menta.

2.7K 166 20
                                    

Izabella

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Izabella.

Después de ver la película, decidimos ir todos juntos a jugar a las maquinitas, cosa que, a Alex, le emociono tanto... y tengo que admitir que a mí también. Emma, se encontraba platicando con Marco. No me molestaba su amistad, sé que, de cierta forma gracias a él, tiene más libertad para salir. Pero no puedo evitar el hacerme ideas sobre que ella puede enamorarse de él, pues pasan mucho tiempo juntos y evidentemente seria menos difícil estar con este chico.

Opté por dejar de pensar cosas absurdas y mejor me acerqué a Alexa y su novia, ambas estaban jugando. Es la primera vez que veo a mi amiga formalizar con alguien, esto debe de ser algún tipo de posesión en ella.

Quizás exagero, pero es que enserio me sorprende, bueno a todos nos llega la persona que nos hace desestabilizar el curso de nuestra vida.

—Uh, se me hace que alguien ya no es tan buena jugadora. —me burlo de mi amiga, que esta perdiendo por cuarta vez contra su novia.

—Claro que no, sigo siendo la mejor. —me susurra, alejándose un poco de la rubia—. Pero ya sabes si la dejo ganar, me da muchos besos.

—¡¿Qué estas diciendo Alexa?! —pregunta su novia, alzando una ceja—Claro, que no me dejas ganar. —se burla la rubia, mientras se acerca a mi amiga y hace como que la va a besar, pero no lo hace—. Te ganaste, un castigo por mentirosa.

Yo solo veo a mi amiga asustada, pensando en que esta chica da miedo, pero a la vez es muy dominante y en que... mi amiga ya perdió esta guerra.

—Es una broma, amorcito. —dice mi amiga, haciendo un puchero—Tú siempre ganas, ya no diré lo contrario. —finaliza, y su novia le un pequeño beso en la mejilla.

—¿Quién es la gobernada ahora? —pregunto, sin dejar de reírme de ella.

—Cállate, que tu estas peor que yo. —dice, mostrándome su dedo de en medio y luego se ríe de mí.

—Eso ya no es gracioso. —le digo, totalmente seria—Yo no estoy peor que tú. —bufo, mientras veo a mi novia acercarse a mí.

—Amor ¿Podemos ir a esa tienda de plantitas? —pregunta mi novia, haciendo una carita tan tierna que... pero no yo quiero jugar en las maquinitas.

—Yo... quiero jugar en las maquinitas. —le digo, haciendo un puchero.

—Pero yo no quiero ir sola y Marco, no quiere ir, tampoco Julie... —dice, mientras se cruza de brazos—. Pero si no quieres ir, puedo ir sola.

—Espera... esta bien, vamos. —digo finalmente, y ella me sonríe.

—Aja. —escucho toser a Alexa—Amm, gobernada.

Abracé a Emma y a sus espaldas le mostré mi dedo medio a mi amiga, y ella solo se siguió riendo. Y así termine con la castaña en un lugar donde venden plantitas de todo tipo, a ella le encantan las flores, plantitas... todas esas que son pequeñitas como ella. Nosotras nos distrajimos un buen rato viéndolas y escogiendo algunas que ella deseaba comprar, por su puesto que quien las cargaba era yo.

Amor en VancouverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora