Capítulo 42: Mis convicciones

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Izabella

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Izabella.

—Porque realmente estoy desesperada, desde que te vi de nuevo... te convertiste en un pensamiento constante y odio eso porque estaba segura de que ya no me afectaba, pero mírame haciendo estupideces que no debería. —digo, mirando fijamente sus labios.

—Insisto, de... deberías alejarte, por favor. —ruega, cerrando los ojos.

—No puedo, lo intento, pero realmente esto me está consumiendo. —confieso sin pensar.

—Claro y crees que solo porque me dices esto... yo voy a ceder, pues no, te recuerdo que vas a casarte y que yo tengo novio. —dice, realmente indignada y yo me di cuenta de lo idiota que estaba siendo.

—No quiero eso, solo te estaba poniendo a prueba, porque sé que ya no sientes nada por mí. —digo, fingiendo que no dije esas cosas hace unos segundos—. Aunque no era mentira que has invadido mis pensamientos, sabes estoy segura de que es porque... de alguna manera aun pienso en que pasaría si nada de lo que nos pasó, hubiera pasado.

—Es un alivio, porque no recuerdo que fueras una persona tan poco leal y sería algo realmente decepcionante. —dice, viendo sus manos—. Porque la persona de la que me enamoré hace un tiempo no sería capaz de engañar a quien ama.

Eso es verdad y es por eso por lo que me detuve, pero no entiendo ¿Qué me pasa? Yo estuve a punto de fallarle a Ana, solo por un deseo incontrolable que siento por Emma, porque, aunque no me guste admitirlo yo estoy en conflicto desde que ella apareció en mi oficina.

La pregunta aquí es ¿Qué siento por Emma? ¿Podría ser amor? ¿Deseo? ¿Nostalgia?

No lo entiendo es que estoy segura de que siento algo por Ana, pero ahora es como si todos esos sentimientos se pusieran a prueba, desde que cierta persona volvió a mi vida.

—Si, supongo que tienes razón, realmente yo no quiero nada contigo, perdón por hacerte sentir incomoda hoy. —digo, siendo consciente de que realmente si deseaba tener algo con ella.

—Creo que es mejor que le diga a mi novio que venga por mí. —dice, notándose totalmente nerviosa.

—Yo te puedo llevar... —digo, pero ella me interrumpe.

—¡No! Yo... yo prefiero llamar a Max.

—Bien, es tu decisión. -acepto, pero realmente me siento frustrada y molesta.

—Gracias, por ayudarme, al parecer se está volviendo una costumbre estar atrapada en situaciones incómodas contigo.

—No es nada, tú sabes que puedes contar conmigo para lo que quieras.

—No es nada, tú sabes que puedes contar conmigo para lo que quieras

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