Emma.
Un solo toque bastó para que mis sentidos se perdieran, un beso bastó para volverme completamente loca como cuando teníamos dieciocho, estoy extasiada de la manera en la que me hace perder los estribos. No puede ser que de nuevo pueda sentir esta sensación... somo si de un deja vu se tratase, no quiero que esto termine.
Se que no es lo correcto, pero la vida tampoco ha sido justa conmigo.
—Oye, esto no está para nada bien Izabella. —intento decir, con mi respiración al límite.
—Se que no es correcto, pero también sé que es inevitable yo lo siento y sé que tú también. —dice, tomando mis manos—. Perdóname porque así no tendría que ser, ahora me siento como la peor persona porque le estoy fallando a mi prometida y te aseguro que no deseaba que fuese así, cosa que no es justificación porque lo hecho, hecho esta.
Se que está mal en todos los aspectos, pero la iluminación y la manera en la que sus ojos me miran hacen que deje de pensar con razonamiento.
—Yo... yo no quiero que te detengas, pero odiaría verte arrepentida al día siguiente. —digo, llamando su atención—. Aunque me traigas recuerdos de la mejor parte de mi vida, tenemos que aceptar que ambas tenemos un compromiso con las personas que estamos, ya sea para bien o para mal, es mejor ser honestas y no engañarlos.
—Yo no quiero dejar a Anna, yo... no sé qué me pasa, pero no es mi plan cancelar mi matrimonio con ella.
Termino de decir eso y le di una cachetada, lo que la hizo quedarse sin palabras.
—Entonces no entiendo porque me dices estas cosas y me besas, no te entiendo para nada Izabella, eres completamente distinta a la persona de la que en algún punto de mi vida me enamoré. —espeto, sintiéndome totalmente decepcionada—. Fingiré que esto nunca pasó como lo de ayer y simplemente renunciaré, me iré de aquí... yo también estoy enamorada de mi novio, solo me tomaste en un mal momento.
—No me mal interpretes Emma, yo jamás dije que es porque no sienta nada o que solo es porque deseo tener sexo contigo, realmente has venido a mezclar las cosas en mi mente. —agrega, despeinando su cabello negro—. Realmente no sabría explicar lo que tu provocas en mí, pero no puedo dejar a Anna, porque ella ha sido incondicional... yo le debo tanto, también poco a poco fue la única después de ti, que ha logrado meterse en mi corazón y aunque justo ahora acabo de faltarle horriblemente el respeto, no me atrevo a arriesgar lo que me ha llevado años construir por un sentimiento de nostalgia.
—Pues te comento que ahora mismo estas actuando como una idiota sin sentimientos ¿Cómo crees que se sentirá? Si se entera que me besaste... ¡¿Cómo crees que me siento yo ahora?! —pregunto, sintiéndome impotente.
—Si en efecto lo soy, pero es que odio sentirme así... es una mierda tener tan desordenados mis pensamientos, casi puedo escucharlos ahora mismo, pidiéndome ir hacia a ti y besarte como si mi vida dependiera de ello.
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Amor en Vancouver
Teen FictionAtreverse a amar a alguien es un acto honorable, pero atreverse a amarse a sí mismo es un acto que requiere de valentía; Emma Miller se dará cuenta de lo que conlleva ser capaz de ser dueña de su vida, sus ideales, su cuerpo y sus pensamientos ante...