Emma.
Despertar temprano nunca fue uno de mis fuertes, amaba demasiado dormir, sobre todo los domingos son los días en los que más anhelaba despertar tarde.
Claro que mis grandes ganas de aferrarme a mi cama se vieron interrumpidas por mi madre gritando que se haría tarde para ir a la iglesia, cosa que a penas escuche por mi serio estado de desorientación provocada por el sueño.
-Emma, ¡levántate! Se nos hará tarde para irnos-escuche la voz de mi madre.
- ¡Voy! Solo cinco minutos más-mentí, ni siquiera quería levantarme.
- ¡Emma! -gritó, entrando a mi habitación -Tenemos que ir a la iglesia hoy será un día importante, podrías colaborar un poco... hija por favor.
-Mamá, pero ayer fui-dije quejándome, mientras me frotaba los ojos para verla bien - ¿Puedo quedarme a estudiar hoy?
-Ya te dije, por favor-dijo, mientras salía de la habitación.
Mis ánimos estaban al cero por ciento, sobre todo después de lo que paso en la tarde de ayer con la persona que últimamente se ha dedicado a estar en mis pensamientos más de lo que me gustaría. Y sumarle a eso que para mi sorpresa el hijo del nuevo pastor es nada más que el sujeto nuevo que hizo la fiesta del viernes, también para mi desgracia es el mismo con el cual baile, cuando lo vi, él se sorprendió tanto como yo.
Flashback.
El sábado por la tarde, en la fiesta de despedida del pastor Roberto.
-Hija, te vez hermosa... seguramente el hijo del nuevo pastor quedara muy asombrado contigo-dijo, mientras arreglaba algunos mechones de cabello sueltos en mi rostro -Mamá, podrías al menos fingir que no me trajiste aquí solo para conocer a ese tipo, por dios ni siquiera sabemos quién es y ya le quieres entregar a tu hija en bandeja de plata.
-Como puedes creer eso mi amor, solo que pensé en lo que dijiste de Daniel, y fue un completo idiota al engañarte hija, mereces algo mejor.
-Te has puesto a pensar que tal vez no quiero conocer a nadie-dije, encogiéndome de hombros -Dime ¿quién quiere conocer a personas? Cuando tengo cosas más importantes en las que pensar.
La realidad era que no quería y no necesitaba conocer a alguien más porque la única persona con la que mi alma anhelaba estar era mi mejor amiga.
-A este paso te quedaras como una solterona-dijo mi madre.
-Ten fe en mí, mamá.
- ¡Hey! -saludo una sonriente Julie, al final mi amiga decidió venir a darme su apoyo moral, hice una nota mental para agradecerle luego.
- ¡Julie! -dije en verdad animada.
Julie, saludo a mi madre y algunos otros invitados, luego mi madre igual se alejo para saludar a otras personas que estaban llegando. Mi amiga, me tomó del brazo y me llevó afuera del imponente templo.
- ¿Qué paso entre tú y la guapa de Izabella? -preguntó Julie, y la fulmine con la mirada al escuchar "la guapa de Izabella"
-Por dios tranquila, que dramática eres-dijo, mientras me daba un pequeño golpe en el hombro -Sabes que solo te molesto, porque sé que te gusta y quiero ver tus reacciones exageradas.
-Eres una tonta Julie, solo por eso ni creas que te contaré lo que paso-dije fingiendo estar resentida.
- ¡Oye! Eso no se hace los detalles son sagrados tienes que contarme todo-dijo, dramatizando más de lo que yo lo haría normalmente.
ESTÁS LEYENDO
Amor en Vancouver
Teen FictionAtreverse a amar a alguien es un acto honorable, pero atreverse a amarse a sí mismo es un acto que requiere de valentía; Emma Miller se dará cuenta de lo que conlleva ser capaz de ser dueña de su vida, sus ideales, su cuerpo y sus pensamientos ante...