Capítulo 34: Mi gran amor y mi mejor amiga.

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Izabella.

Despertar y solo ver un cuarto completamente blanco, sentirme inevitablemente adolorida sin tener idea de lo que pasó

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Despertar y solo ver un cuarto completamente blanco, sentirme inevitablemente adolorida sin tener idea de lo que pasó. No es el tipo de cosas que planeas hacer después de navidad, abrí mis ojos poco a poco, sintiéndolos aún muy pesados, la garganta ardiéndome horriblemente y percatándome de la mascarilla de oxígeno, fue ahí cuando los recuerdos me invadieron y mi corazón comenzó a latir demasiado rápido entrando en pánico, no tenia idea de como llegué aquí, pero lo único que me interesaba en este preciso momento era averiguar donde se encontraba Emma. Pero al intentar hacer un movimiento, no lo logré... mi cerebro les ordenaba a mis pies moverse, pero estos no respondían y tampoco mi mano derecha, entonces el pánico y la angustia volvieron como estruendo a mí.

Una maquina a mi lado comenzó a sonar y yo solo sentía que me quedaba sin oxigeno a pesar de la mascarilla, mi corazón estaba latiendo a mil por hora y yo sin saber cómo demonios llegué a esta situación y los ojos se volvieron a cerrar.

Lo ultimo que vi fue a un grupo de enfermeros y doctores dando vuelta en la habitación...

Febrero, 2012.

Un día soleado en Vancouver, es hermoso siempre y cuando pueda ver la sonrisa de ella, mezclarse entre los bellos matices de un paisaje como el de un destello brillando en el inmenso lago camino a su casa, es una verdadera lástima que yo solo sea su mejor amiga porque si yo fuera... bueno mejor ni pensar en eso, solo me queda aceptar el lugar que me corresponde en su vida.

—¡Hey! —grita, colgándose de mi cuello.

—¿Qué pasa? Señorita Miller. —pregunto, con mucha curiosidad sin dejar de ver sus hermosos ojos miel.

—Sabes nunca había notado lo guapa que es mi mejor amiga. —dice, mientras coloca una de sus manos en mis mejillas—. Creo que le gustas a ese chico y vengo a ayudarte para que escapes.

—Y ¿Qué te hace pensar que quiero escapar? —bromeo, pero ella se ve totalmente seria.

—Pues tenemos catorce años y no lo sé creí que éramos el equipo espanta chicos, además estamos aquí en el lago para disfrutar. —dice, frunciendo el ceño—. Aunque si deseas salir del equipo puedes hacerlo ahora mismo. —dice, cortante.

—Me quedo en el equipo, siempre y cuando tú estes conmigo. —digo, sonriendo ante la posibilidad de que ella esté celosa.

—Eso me agrada. —dice, sonriendo animadamente—. Mejores amigas por siempre, nadie jamás nos va a separar.

Ella dijo eso y mis ilusiones volvieron a convertirse en polvo, yo solo asentí. Deseaba tanto tenerla en mi vida que la manera en la que me toque estar no era tan relevante, pero eso no quiere decir que no duela, sé que un día lo superaré.

Febrero, 2013.

Hoy es el tan esperado San Valentín, de mi parte aun no he salido con nadie y por mi esta bien a decir verdad aun no conozco a nadie que en verdad me guste, porque solo pienso en... lo que no va a pasar y quizás sea hora de romper esto de una vez, quizás debería decirle a ella como me siento.

Amor en VancouverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora