Capítulo 49: Su toque.

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Izabella

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Izabella.

Ella está recostada en una esquina del sofá y eso provocó una sonrisa estúpida en mí, ¿Qué está haciendo dormida ahí? No lo pensé mucho y me levanté para cambiar mi lugar con ella, le tomé en brazos sintiendo como se removía, es toda una mujer, pero actúa como una pequeña que quiere ser protegida. Finalmente, la dejé en el sofá y la cubrí con una manta, pues aún es algo temprano y hace un poco de frio, besé su frente en un pequeño impulso.

Ella es tan tierna...

Decidí levantarme y preparar el desayuno, al menos para nosotras dos, son demasiadas personas y mis ganas de cocinar no son tan grandes, pero si se trata de Em, siempre es bueno esforzarme.

Me puse manos a la obra y busqué algunos ingredientes en la cocina para prepararnos unos homelets y tocino, acompañado de una que otra fruta, por supuesto no nos puede faltar el café. Dejé que la estufa calentara un poco el sartén, mientras mezclaba los huevos en un bowl y cortaba algunos vegetales, rocié el sartén con un poco de aceite y comencé a preparar el desayuno que eran mis famosos homelets, mientras en mis airpods una canción estaba sonando y comencé a hacer bailecitos felices, no sé si se debía a la gran cantidad de dopamina que mi cuerpo estaba generando por la presencia de cierta castaña en mi vida. Me giré pensando en eso y me encontré con unos ojos curiosos viéndome.

—No me gustó despertar y encontrarme con que no estás, pensé que te habías ido y mírate estás aquí preparando el desayuno. El cual huele muy bien, pero es mejor que nos apuremos porque Lex, te pondrá a cocinar para todo el ejército. —dice, mientras se acerca a ver lo que estoy preparando.

—¿Por qué me iría? Estoy molesta contigo porque te quedaste dormida en esa incómoda posición en la esquina del sofá, me viera gustado que me despertaras y así hacerte espacio en el sofá. —digo, con un tono coqueto—. Claro yo soy la novia perfecta, soy increíblemente guapa y además se cocinar. Si por eso me desperté temprano para no tener que cocinarles a todos y solo atenderte a ti. —digo, haciendo que se sonroje. Mientras terminé de servir nuestro desayuno.

—No podía dormir y decidí dar un vistazo mientras dormías, me sentí tan a gusto que fue tan fácil quedarme dormida, no seas tonta no íbamos a estar cómodas así. —dice, riéndose—. Eso en verdad me hace sentir muy alagada, pero ¿Somos novias?

Esa pregunta me puso nerviosa inmediatamente, en realidad lo dije sin pensar, aunque la idea de tener ese título en su vida me encantaba, pero no sé si eso sería ir demasiado rápido.

—Lo siento, yo... yo lo dije sin pensar, pero no quiero que te sientas bajo presión o algo así. —digo, notándose lo nerviosa que estoy.

—Es raro verte nerviosa, normalmente es todo lo contrario, yo soy la que se pone nerviosa por tu culpa. —bromea, mientras disfruta de mi evidente nerviosismo.

—Me agarraste un poco desprevenida, aunque la verdad siempre me he puesto nerviosa contigo, pero soy muy buena ocultándolo. —digo, mientras mi mano se posa en su cintura.

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