Capítulo XLI

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❝Te extraño princesa As...❞




































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Astra Snape—Black no es una mujer fácil de leer, no es una mujer fácil de conocer.

Cuando está en su mundo muchos pensarían que está enfadado, muy enfadada, pero en realidad está pacíficamente pensativa.

Pocos son los que distinguen esa línea entre su enojo mortal y su pensamiento crítico, la lista no llegaría a más de cinco o seis personas.

Regulus Black, su mellizo, sería el primero en decir que es el único que conoce a Astra totalmente y tendría razón... Casi.

Severus Snape y Adelain Black serían los segundos en asegurar tal cosa y como es costumbre lo harían a la vez, como los hermanos que se han acostumbrado a ser... Pero de nuevo fallarían.

Aster y Viktor Black—Snape tratarían de entrar en esa lista, pero saben perfectamente que no conocen del todo a su madre, muchas partes del pasado de Astra seguían siendo un misterio para sus hijos.

Quizás la única que la conoce al 100% sería la hija que lleva en le vientre justo ahora porque está conectada a ella de alguna manera, pero cuando saliera al mundo se olvidaría de todos los secretos que conoció de su madre.

Por último en esa lista estaría la persona que quizás más sorprenda a cualquiera que logre leerla... Sirius Orión Black.

Hermano mayor de Astra, traidor a la sangre, mal padre, mal hijo, mal esposo, mal hermano... Pero esto último solo lo fue con Regulus, pues para nadie en la familia Black fue un secreto que realmente Sirius amaba a su hermana.

Astra, sin embargo, jamás llegó a amar tanto a su hermano mayor como a su mellizo y esto hirió a Sirius Black profundamente.

Pero aún hoy Astra agradecía muchas cosas que su hermano había hecho por ella en algún momento de la vida, incluso le puso su nombre a su hija y eso la hizo sentir un poco mejor hacia él.

Tampoco olvidaría las muchas cosas que hizo antes como abandonarla al irse de la casa Black, no le importó lo que pasaría con sus hermanos, o cuando se puso del lado de James Potter aún sabiendo que él la había engañado.

Sirius falló tantas veces que ella jamás podía perdonarlo, pero estuvo también en tantos momentos de su niñez que no podía odiarlo.

Recordaba su risa igual a la suya, recordaba conectar sus grises ojos a los de su hermano mayor buscando apoyo luego de hacer una travesura, añoraba los años en que Sirius la sorprendía con regalos y le contaba cuentos antes de dormir...

ILEGÍTIMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora