Capítulo 67

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Antes de poder volver con los pequeños fuí detenido por tía Nade. Tenía una cara muy seria, debe ser con respecto a la zona a la que ayudamos.

-Ellos no quieren decir nada, hay algunos que se nota que ocultan algo. Debes hablar con los mocosos -era algo que ya tenía presupuestado, pero igual estoy algo nervioso.

-Lo haré -respondí y me fuí de allí.

Te lo dije.

¿En serio? ¿Ahora?

El pequeño bebé está asustado porque hablar de eso solo hará que aceptes que pasó. Justo cuando estabas avanzando con tu vida...

No me lo tienes que decir, lo tengo claro.

Parece que hubo una confusión. No te lo estaba diciendo, me estaba burlando.

Pues eso no ayuda. Solo tengo que preguntarles si algún adulto hizo... Eso.

Ruego para que no sea así, nadie se merece que le suceda algo tan horrible y traumático.

Tú lo sabes mejor que nadie.

Al abrir la puerta respirando profundo y todos los niños corrieron a abrazarme.

-¡Tn! Me alegra mucho verte -declaró aliviada Shizune.

-No te preocupes, yo sigo acá, vé con Lady Tsunade -respondí algo nervioso.

Se paró en un santiamén y se dirigió a la puerta.

-¡Gracias! -fue lo último que se escuchó de ella.

Los niños me miraban expectantes. Debía hacerlo, es lo mejor para ellos, pero las palabras no me salían. ¿Cómo les pregunto sobre un tema que quiero saber pero no admitir lo mío?

Cobarde.

No ayudas.

Lo sé, pero no me importa.

-¿Señor Hokage? -me llamó Masaru -¿Se encuentra bien?

-Sí, solo quería... -sus ojos se agrandaron atento a mis palabras -preguntarles... -esa cara inocente que apenas estaba sonriendo me estaba matando -¿Quién quiere preparar helado conmigo?

Cobarde.

-¡Yo quiero! -se apuró Gregory.

-¡Yo también! -apoyó Sami.

-Hagamos uno de chocolate -pidió Kito.

-Mejor vainilla -pidió Biana.

-Lord Hokage -me tomó la mano Volto -¿Se puede de menta?

-Hagamos los tres, ¿Les parece? Lo que no comamos lo podemos repartir con los ninjas que están trabajando -propuse.

Todos aceptaron entusiasmados. ¿Por qué la gente no acepta lo que hizo y deja avanzar?

¡¿Es en serio?! ¿Tú? De todos los que pueden preguntar sobre reconocer errores y seguir adelante tú te crees la mejor persona para juzgar.

Ya entendí, no hacía falta ser tan sarcástico.

Es que eres el menos indicado para hablar en ambas ocasiones. Siempre has evitado el hecho que mucha gente murió por tu culpa y te has negado rotundamente a hablar de como esas personas abusaron de tí. Madura de una vez, pregúntales y deja de ser hipócrita.

Si sigues así voy a tomar otra vez pastillas.

¿Crees que le tengo miedo a un bebé llorón? Solo conseguiste llegar hasta aquí gracias a mí. No me escuchaste dos días y ya estabas al borde del colapso.

Pasé años sin tí, puedo no escucharte.

Puede ser que no me haya separado de tí hasta hace no mucho, pero ya te volviste completamente dependiente de mis observaciones.

No necesito esto, necesito apoyo. ¿Podrías dejar de molestar 5 minutos y tratar de animarme a preguntarles? Es necesario para ellos.

¿Realmente es así? Van a estar contigo mínimo un año todos los días, irán a chequeos médicos, se investigará a cada adulto y sacarán absolutamente todo de las casas para remodelaciones. Van a encontrar pruebas si estos niños han sido maltratados o si sus familiares no son adecuados para cuidarlos. ¡Tú solo quieres arrastrar a más gente a tu sufrimiento y que te compadezcan!

No me importa lo que pienses o si eso es verdad o no. Si estos niños han sufrido es mi deber ayudar, van a tener que ir con especialistas si tienen traumas de alguna clase. ¡Entre antes se sabe, antes llega la ayuda!

"¿Realmente lo crees?"

Sí, y no me importa si tú no.

Saqué una pastilla de mi bolsillo y me la tragué. Ya me estaba hartando.

-¿Lord Hokage? -habló confundido Volto -¿Se encuentra bien?

-Sí -declaré dejando los helados en el congelador -pero ahora necesito que todos me escuchen y presten atención.

Se sentaron para observarme atentamente y en silencio.

-¿Hay... Algún adulto que haya hecho algo que les haya... Incomodado? -me atreví a preguntar tragando saliva.

-¿Incomodado? -preguntó Gregory.

-Sí. Qué haya hecho algo que no les gustó, que... Los tocó de alguna forma que no tenía, que los hizo sentir mal, si los golpeó o algo así -mi corazón iba a mil por hora.

Todos los niños bajaron la mirada y eso solo me desesperó.

-A mí... -vamos, yo puedo, solo debo respirar profundo -mi tío hizo algo que no estaba bien -le mostré las cicatrices que estaban en mi espalda -nunca quise hablar de eso... Pero es algo que debo decir, solo así me pueden ayudar.

Costaba respirar, el ambiente estaba tan denso que apenas sentía mi nariz inhalar.

-Yo... -comenzó Olivia -mi tío también me dejó esas marcas -mostró su espalda.

-A mí, mi mamá -mostró sus cicatrices Biana.

-Papá apagó sus cigarros en mis piernas -se arremangó los pantalones Volto.

-Mi tía me suele pegar con su cinturón y sus tacones en la espalda -mostró Gregory -¿Eso cuenta?

-Mi hermana mayor me corta con su Kunai -mostró su hombro herido Hitaru.

-¡Mi hermano también! -mostró Sami.

-Mi abuelo me hizo sentir incómodo como dijo -declaró Masaru -también me ataba los tobillos.

Entre los propios niños comenzaron a comparar sus cicatrices y trataban de averiguar las formas que hacían.

Todos, cada uno de ellos fue dañado...

Corrí a abrazarlos, no pude contener las lágrimas.

-¡Podemos hacer el club de las cicatrices! -me acarició la cabeza Volto.

-Sí, pero necesito que mañana todos sean súper valientes y le digan a unos ninjas quiénes son los que hacían eso. Esas personas ya no los podrán lastimar -traté de retomar la compostura.

-¿También lo hará usted? -preguntó Biana.

-Él no está en la aldea, pero yo también le contaré a alguien sobre eso -respondí, estos chicos me habían inspirado.

-Nosotros podemos ayudarlo, ya lo escuchamos -declaró Sami.

-Son de mucha ayuda -les sonreí -¿Quién quiere ir a repartir helado?

Todos empezaron a gritar y a ponerse sus zapatos para salir.

Me alegro de estar a cargo de ellos.

Dato curioso: el submarino no mecánico y su funcionamiento fue presentado en la novela "Veinte mil leguas de viaje submarino" de Julio Verne publicada en 1869, mientras que la primera navegación submarina de este estilo se realizó en 1890 por la armada Española.

Algo así pasa con los trenes en esta historia, por eso Olivia los conoce.

Una luz de esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora