Hyunjin x Felix

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advertencia: distopia, contiene +18 

                                                 Te encontré perdido

Félix extendió su mano y cubrió el sol con ella, sonriendo, separó sus dedos y entrecerró los ojos, cegándose por su brillante luz.

Hace tiempo que el mundo había dejado de ser lo que alguna vez fue.

Cuando tenía cuatro años una guerra se desató, empezó con un golpe de estado y continuó con diferentes potencias luchando por ejercer su autoridad, bueno, él no sabía mucho de política, pero fue cerca del 2022, el parlamento explotó, literalmente, estalló y el mundo dio pasó a una nueva transición, parecida a la de los siervos de la gleba cuando dejaron atrás su vida de servidumbre y se sometieron al capitalismo.

La tecnología tuvo una dominación mayor, después de los destrozos que los militares hicieron y después de la masacre de millones de vidas perdidas, el tecnocapitalismo arrasó con todo para arruinar a los que iniciaron la guerra, quedándose con todo.

Si alguien le pregunta si le tiene más miedo a un luchador o a un intelectual, entonces diría que los intelectuales daban más miedo, las personas inteligentes sabían destruir una vida sin levantar un arma.

Los luchadores se detienen cuando ya no pueden visualizar nada más, pero las personas con inteligencia superior son capaces de distinguir hasta diferentes dimensiones y empujan su poder más allá de lo inimaginable.

Actualmente vivía en una sociedad dominada y controlada, cada humano era sigilosamente vigilado, cada familia de grado debía presentar reportes, no existían las clases sociales como en la época en que inició el siglo XXI, la era de la digitalización se había memamente consumado, no había pobreza, pero tampoco había libertad.

Trece años habían bastado desde la guerra para que todo en el mundo y en su pequeño país cambiará.

Su familia murió y él fue adoptado por una familia de grado, existían distintos grados, en general se diferenciaban a grandes rasgos, la monarquía controlada por cabezas que nunca podría ver en persona, el orden bélico y luego estaban los grados, los humanos que se dividían para subsistir al país.

Él tuvo suerte, cuando la ciudad en donde vivía fue atacada y destruida, un comandante lo encontró, el señor Choi Seungjae era un hombre atemorizante, pero lo incluyó en su familia sin muchas palabras de por medio.

Ahora tenía diecisiete años y estaba siendo formado bajo su ala.

—son ocho minutos tarde, Félix—la esposa del comandante le miró fijamente y el niño de pecas fingió inercia.

—pero me he subido directo al auto—de manera inocente, se acercó a Jiho, besándole la mejilla—¿cómo ha ido tu día hoy?

La mujer suspiró, mirando la novela que estaba leyendo—desde que no puedo trabajar en el hospital, no he tenido buenos días, Félix y todavía no sabemos nada de tu hermano mayor, Seungjae dice que hace lo que puede, pero si tu hijo es detenido por el orden bélico y tú formas parte de él, algo deberías poder hacer ¿cierto?

El adolescente hizo una mueca, sentándose a su lado en el sillón—no estaría tan seguro, madame.

Jiho sonrió, acariciando su cabello rubio ceniza—tienes que ser cuidadoso, Félix, ya perdí tres hijos, no quiero perderte a ti también.

sí, mamá.

Aunque Jiho era estricta, ella sabía muy bien que no se puede tener a un cordero de dios demasiado sometido, es por eso que sus hijos ahora estaban desaparecidos y ella había perdido la licencia para ejercer su profesión. Seungjae se encontraba en aprietos gracias a ello, él casi no estaba en casa y ellos pasaron de ser una familia modelo, a decaer en los últimos tres años, cuando su hermano mayor se rebeló y desapareció justo unas horas después de hacerlo.

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