C A P I T U L O 2

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Estoy frente al espejo, pasando las últimas capas de mi máscara de pestañas y un poco de lápiz labial.

-¿Saldras con Kokonoi?- me pregunta Kyoko desde su cama.

-No, es alguien más.

Amo a mi hermana, pero siempre la mantengo a raya de con quienes salgo, nunca aprueba a los chicos con los que salgo, además que no vale la pena presentarselos a mi familia porque no pasan de un par citas y ya.

-¡Naoko!- me regaña cómo siempre.

-Tranquila, no es mayor que yo- me acomodo la falda un poco más abajo - es un chico, muy apropiado para mi edad.

Sin contar que suelo buscar a hombres más grandes, los de mi edad no son buenos en el sexo, a excepción de Koko.

-Esa falda esta muy corta.

-Es tuya- le recuerdo.

-Por eso mismo no me la pongo.

Le sonrió con malicia, antes de lanzar un comentario que sé que le molestara.

-Tal vez tenga mi final feliz con él y llevarla así me ayud...- pero no pude terminar de decir lo que quería porque ya me había aventado una almohada a la cara.

-Comportate cómo una señorita-.

Hice un círculo mi dedo pulgar e índice de mi mano izquierda y después pasé mi dedo índice de la mano derecha por el centro del círculo.

-Dejé de ser eso hace mucho tiempo.

-¡Abuela, Naoko ya comenzó a decir cosas inapropiadas!

Suki nos ignora por completo, siempre peleamos por las mismas cosas sin importancia.

-¡La loca esta exagerando!- le devolví la almohada -Regreso antes de las once, su nombre es Mikey.

-¿Por qué me lo dices?

-Porque si algo me pasa ya sabrás quien fue.

Me despido de Suki y salgo de mi viejo edificio, estoy tan acostumbrada a que los hombres viejos se me queden viendo o me digan cosas obscenas, que ya ni si quiera los escucho.

Estaba a punto de llegar al templo, cuando siento que alguien me sigue, apresuro el paso y después me silvaron, intento ignorarlo, no debí ponerme esta falda.

-¿A Dónde van esas piernas tan lindas?

Ya no lo soporto, odio que me hablen cómo si fuera un puto pedazo de carne, ni en mi peor momento le haría caso a un idiota que parece desesperado gritándome cosas en la calle.

-Pudrete imbecil- le gritó pero sigo caminando.

-No seas timida lindura- lo podía sentir tan cerca, tengo miedo pero no pienso demostrárselo.

-Shion, no te pases con ella- volteó a mi espalda y hay dos tipos, uno con toda la cara tatuada y otro que lleva su cabello trenzado y con una vestimenta muy despreocupada.

El tal Shion, apretaba la mandíbula pero no parecía intimidado por el otro sujeto.

-¿Cómo te llamas?- Le pregunté al de los ojos violeta.

-Ran- su mirada es penetrante y tiene una sonrisa simplona que volvería loca a cualquiera, a mi incluida.

-Gracias Ran y manten a tu amigo alejado de las chicas.

-Cuenta con ello- me sonríe y suelta la mano de su amigo que sostenía con mucha firmeza -¿Cuál es tu nombre?

-Soy Naoko.

F E T I S HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora