E X T R A

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-Nao despierta, tenemos que ir por los niños- Koko sacude mi hombro ligeramente para que despierte, abro un ojo y veo que ya está bien vestido. Ya no hay rastro de todo lo que sucedió anoche entre mis maridos y yo.

Tengo a Mikey dormido sobre mi pecho, intento aferrarme más a él cómo si me brindara un poco de protección extra y a Kakuho y Rindou a cada uno de mis lados.

Anoche fue uno de esos días donde dejamos a los niños con mi hermana y mis esposos me dan el placer de poder estar con ellos en el mismo lapso de tiempo.

-Ve tú, estoy muy cansada.

-Les prometiste que los llevarías de compras- me dice a la par que pellizca una de mis mejillas.

-¡Ahhh!- si algo que detestan mis hijos es que les prometa cosas y no se las cumpla, me quito a Mikey de encima cómo puedo y le estiro los brazos a mi esposo para que me ayude a salir de la cama.

Me dirige al baño de nuestro pequeño cuarto de juegos, abriendo la regadera y mientras espero a que el agua caliente salga intento seducir a Koko para que él lleve a los niños en mi lugar.

-Ayúdame a bañarme- le paso las manos por su pecho, arrugando un poco su camisa roja -Hay lugares que no alcanzo a tallarme sola

-No me vas a engatusar Naoko, quítate lo pegajoso del cuerpo y vamos por ellos.

Aveces Hajime es tan complicado, cualquiera de los otros hubieran caído a la primera, más si me tienen desnuda frente a ellos.

-¿Pero ya no me amas?

-Anoche besé a Mikey por ti, si es no es la prueba del amor no sé que pueda ser.

Tampoco es cómo si los haya obligado, ellos tomaron la iniciativa porque me vieron embelesada observando a Ran y Haru comerse a besos y querían que les prestara la misma atención.

Cuando entramos a este cuarto olvidamos las etiquetas y nos dedicamos a darnos placer, hay veces que invitamos a alguna mujer, pero no es algo habitual porque ellos se ponen celosos o yo me pongo celosa.

-Pero me duelen las piernas.

-Entonces vamos a suspender esos encuentros- me lo dice tajante, viéndome con autoridad y sin doblegarse.

Esa es una amenaza barata.

-No, no, no, no... ya me baño.

Después de ducharme salimos a la casa de Nyoko y lo primero que me encuntro en el patio es a Yoshiro con Hitomi sentada sobre sus hombros, es una niña preciosa, perfectamente equilibrada entre el físico de ambos, piel pálida, cabello café y ojos rojos, además de una personalidad extremadamente inflada por sus papás.

Al ser la única niña en casa, mis maridos se dedicaron a sobreconsetirla en estos dos años que lleva con nosotros, no quiero imaginarme como se podrá cuando sea una adolescente.

La característica más marcada que Yoshiro heredó de su papá fue la altura porque con trece años ya alcanzó mi metro sesenta. Yoshi desde pequeño fue desinteresado y eso sigue igual, parece que todo le aburre y lo único que parece captar su atención son las niñas, odio pensar que mi hijo está creciendo.

La pequeña Hitto intentaba alcanzar una flor con su pequeña manita y Yoshiro se agachaba a propósito para que Hitomi no la alcanzara, ganándose un par de risas acompañadas de jalones constantes de cabello.

Después de enterarme de mi embarazo se armó una batalla campal entre mis esposos, se culpaban los unos a los otros por no poderse acostar conmigo, y mientras yo me dedicaba a darle un buen crecimiento a mi primera hija, sus papis se despellejaban.

F E T I S HDonde viven las historias. Descúbrelo ahora