-Rubius...-musitó
-Sh, no digas nada.
-Lo siento.- una lágrima recorrió su mejilla.
-No llores- le acaricié el pelo- tu no tienes la culpa.
-Sí, sí la tengo. Yo lo dejé, y ahora está enfadado. Mírate, ya es la segunda vez que te pegan por mi culpa.
-No es tu culpa que ese tío estea grillado de la puta cabeza. Y me pegaron porque yo quise, porque yo les pegué primero.
-No deberías intentar ayudarme, sólo te meto en problemas.
-Tú no me metes en problemas, quiero ayudarte.
-¿Por qué?
-Porque estoy enamorado de ti.
-¿Qué?
-Lo que oyes. Estoy enamorado de ti, y no pienso dejar que nadie te toque un pelo. Porque eres mía.
-Él va a volver
-Que vuelva, aquí lo estaré esperando. Que se atreva a ponerte una mano encima, que acabo con él.
-Rubius, no quiero que te haga nada..
-No va a hacerme nada, no tiene cojones.
-Pero...-me abrazó por el cuello y empezó a llorar.-
Le correspondí el abrazo.-No llores muyaya- apreté mis labios.
Ella lloró más fuerte.
-Lo siento mucho...
-Te he dicho que no lo sientas, hago esto porque te quiero.
-Yo también te quiero-paró de llorar. -Gracias.
-No las des muyayita.-La separé de mí y la besé, la besé todo lo que quise y más.
-Tengo sueño- dijo recostándose en mi pecho.
-Duerme- dije abrazándola a mí- Buenas noches, te quiero.
Creo que no me oyó ya que se quedó dormida al instante.
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Narra _____
Cuándo me desperté Rubius ya no estaba en la cama. Se habría ido a casa.
Me levanté perezosamente y vi a alguien sacando todo de mi armario.
-¿Que haces Rubius?
-Cojer tus cosas- dijo serio- te vienes a mi casa
-¿Que? ¿Por qué?
-No puedo dejarte sola con ese soplapollas rondando por aquí. Te vienes a mi casa.
-Puedo quedarme sola.
-Pero no quiero que lo hagas. Quiero protejerte, te acompañaré a donde tengas que ir. Como ese tío te hiciese algo y yo no estuviese ahí para impedírselo- chocó su puño contra la pared- no me lo perdonaría.
-No tienes que hacerlo.
-No, quiero hacerlo. Ah, y por si no te ha quedado claro, sí, dormirás conmigo en mi habitación.
-¿Y si no quiero?
-Pues te vas al sofá, vamos. Pero a mi casa te vienes.- lo decía muy serio, no era el Rubius de siempre. Estaba cabreado.-Mmm, creo que ya está todo, a ver que me falta..- me miró- ah sí, tú.- sonrió acercándose a mi y cogiendome en su hombro como si fuese un saco de patatas.
-¡Bájame! ¡Rubius, bájame joder!
El solo reía.
-No niegues que no te encanta- dijo parándose en seco.
-¡No! ¡No me gusta nada!
-Bueno, pues a ver si te gusta más esto.- me bajó y me volvió a dejar sobre la cama, se puse sobre mí y empezó a besar mi cuello.