Me bajé de encima suya. Él me miraba sin entender nada.
-¿Por que hiciste eso?
-¿No puedo?
-Claro que puedes.-rió- pero a que vino.
-Quería besarte.
-Tú...
-¿Sí?
-¿Tú quieres?
-¿El que?
-Volver a salir conmigo.
-Claro que quiero.
-¿De verdad?
-Sí.
Se agachó para abrazarme y me agarró por la cintura para luego levantar mis pies del suelo y poner mi cara a la altura de la suya y besarme.
-¿Quieres venirte a dormir conmigo?
-Claro. Vamos.
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Íbamos caminando en dirección a la casa de Rubius.
-Por cierto, bonito pijama.
Mierda. Ni siquiera me había dado de cuenta de que cuando Mangel me llamó yo estaba durmiendo, así que vine en pijama. Agaché la cabeza.
-No te pongas roja muyaya.-besó mi cabeza- estás muy guapa.
Sonreí.
-Como siempre.
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-Toma.-me tiró su camiseta.
-No la necesito, ya tengo pijama.- me señalé, obvia.
-Pero quiero te la pongas. Te queda mejor que lo que llevas.
-De acuerdo.- suspiré y fui al baño.
-Ves. Estás preciosa.
-Gracias.
Me tumbé encima de él y empecé a besarlo. El correspondió y agarró mi cintura, mientras que yo sujetaba su cara con mis manos, haciendo el beso cada vez más intenso.
Dejó de apoyarse en el cabecero de la cama y se sentó, quedando ambos sentados y en posición vertical. Metió sus manos por debajo de mi, perdón, de su camiseta, y la levantó poco a poco dejandome en ropa interior. Yo hice lo mismo con su camiseta y él se quitó sus pantalones.
Me agarró y me colocó debajo de él. Me dió la vuelta y con su boca desabrochó mi sostén. Me lo quitó y volvió a darme la vuelta. Se quedó unos segundos admirando mis pechos, se mordió el labio y empezó a besarlos. Yo solté un gemido.
Hizo una cadena de besos bajando por mi plano vientre y bajo mis bragas. Yo hice lo mismo con sus calzoncillos.
Volvió a colocarse encima mío.
Podéis imaginaros el resto.