-Tía deja de llorar ya por favor.- me miró a los ojos.-Quizás te lo estás imaginando todo, solo sería una amiga...
-¿Eso se le dice a una amiga?- dije con los ojos cristalinos.
-No lo sé _____... Pero Rubius te quiere mucho. Acaba de llevarte a conocer a sus padres.
Lo recordé.
-Mierda.- agaché la cabeza. -Le prometí a su madre que lo cuidaría y que no dejaría que le pasara nada malo. Y acabo de hacerle daño.
-_____...¿por qué no habláis?
-Qué quieres, ¿que le pregunte si me engaña? ¿crees que me responderá la verdad a caso?
Suspiró. -Anda, vámonos de tiendas a que se te pase un poco.
Me arrastró hasta el centro comercial donde me hizo probarme mil y un conjuntos para salir de fiesta aquella noche, aún que yo prefiriera quedarme en casa con mis cosas. Ya nos habíamos recorrido medio centro comercial cuando miré hacia un lado y vi a Rubius dirigirse a la misma dirección que nosotras, pero no nos vió pues estaba más adelantado.
-¿Que hace aquí?- dijo.
-No lo sé.- contesté. -Pero quiero saberlo. Vamos.
Nos acercamos despacio sin que el pudiera vernos y vimos como estaba cada vez más cerca de una chica morena que estaba sentada en un banco. En cuanto vió a Rubén se levantó y le sonrió.
En cuanto pude ver como estaban a escasos centímetros y después se abrazaban hizo que mi corazón se rompiera en mil pedazos.
Anulé las ganas de llorar y las convertí en rabia. Me dirigí apresuradamente a dónde ambos estaban, pero no se percataron de mí.
Tiré de la manga de Rubén e hice que se girara hacia mí. En cuanto su mirada se cruzó con la mía las lágrimas empezaron a salir.
Intenté contenerlas y le di la cachetada más fuerte que pude en la cara.
Él se llevó la mano a la zona afectada y me miró desconcertado.
-¡ERES UN CERDO!- comencé a llorar y me fui corriendo antes de que él pudiera decir nada.
Narra Rubius
Noté como alguien tiraba de la manga de mi chaqueta y me giré. Allí estaba _____, sonreí al verla. Pero mi sonrisa pronto se borró al ver sus ojos rojos e inchados.
De repente ¿me pegó? ¿Pero que le pasaba? Empezó a llorar. Se me partió el alma al verla así.
-¡ERES UN CERDO!- dijo antes de salir corriendo.
Instantáneamente yo también empecé a llorar. Ni siquiera tuve fuerzas para ir tras ella. Mi _____. ¿Que le había pasado? ¿Por que me llamaba cerdo? ¿Es que yo había echo algo? No podía pensar en esos momentos.
Estaba destrozado.