La noche fue genial. Nos la pasamos contándonos cosas en el restaurante y creando mucha vergüenza ajena. La gente nos miraba y nos ponía cara de odio, como si fuéramos raros. Y quizá lo éramos. Pero nos daba igual.
Cuando acabamos de comer todo, nos fuimos, a lo que el camarero nos lo agradeció, ya que recibió muchas quejas de los clientes por nuestro comportamiento.
Amargados.
Salimos por la puerta después de haber pedido disculpas al personal del restaurante.
-Hace frío.- dijo _____.
Toma mi chaqueta.- se la extendí.
-Gracias.- me besó y se la puso.
-No hay de que.- sonreí.- Sabes que me encanta cuidarte.
-Y a mi que me cuides. Aun que la mayoría de las veces sea yo quien te cuida a ti.- rió.
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-Muyayaaaa vas muuuuy leeeeentaaaa.- dije arrastrando los pies.
-Es que tu tienes las piernas muy largas y vas más rápido.- se cruzó de brazos.
-Podemos arreglarlo.
-¿Como?
No dije nada y la cogí en brazos y eché a correr. Al poco rato me cansé y paré.
-!¿Que haces?! ¡Que acabas de salir del hospital! ¡No puedes cargar peso!
-Pero si tú no pesas nada.- reí.
-Eh, que no tiene gracia. Yo como pero no engordo. Es imposible, no lo consigo.
-Eres como yo.- rodeó mi cuello con sus manos y nos empezamos a besar mientras yo seguía caminando a saber hacia donde.
Cuando ya había pasado un rato tropecé y ambos caímos al suelo. Estallamos en carcajadas.
-De verdad que eres un inútil.- rió.
-Es tu culpa. Si me besas me desconcentras y no veo por donde voy.
-Pues no aceptes el beso.- se cruzó de brazos.
-Sabes que me es imposible.- fruncí el ceño.
Se mordió el labio y volvió a besarme.
Milagrosamente conseguimos llegar al hotel. Subí en el ascensor sin bajarla de mis brazos y sin dejar de besarla.
Abrí la puerta de la habitación. La posé sobre la cama y empecé a desnudarla. Ella hizo lo mismo conmigo. En cuanto consiguió quitarme la camisa me besó el pecho, mas bien besó mis moratones, que aún los tenía todos.
El médico me dijo que guardara reposo, pero me daba igual. Necesitaba hacer aquello. No por placer, si no por necesidad. La necesitaba. Era como una droga, y yo estaba enganchado a ella. Mi droga favorita. La que no es perjudicial pero a la vez la que puede hacerme más daño.
Pero como cada vez que tienes un vicio, eso no importa.