Capítulo 59

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Las imágenes que uso para ilustrar la historia no son mías, sino que las encuentro en google.

Marinette:
Lancé mi yo-yo, y atrapé a Adrien en él, para luego, jalarlo hacia mí. Lo liberé, y sin mirarlo, gruñí las siguientes palabras.

—Te quedas aquí, gato impulsivo. Yo me encargo—le dije, con una mirada amenazante.

Caminé hasta Ethan, quién se sacudía el polvo, como si se hubiese tratado de un deporte, y eso me enojaba aún más.

—Gracias, Ladybug—Dijo el susodicho, con todo su cinismo—Ese chico está loco.

—No está loco—Le dije, señalándolo con mi dedo—Solo estaba defendiendo a su novia. ¿Por qué no los dejas de molestar?

—No sé de qué me hablas—Dijo, fríamente, mientras alzaba los hombros.

—¡Basta de mentir!—Grité, furiosa—Sé lo que les hiciste unos meses atrás, sé lo del video, ¿quién crees que los ayudó a deshacerse de él, sino ChatNoir, las heroínas de Nueva York, y yo?

—Veo que no nos estamos entendiendo, Ladybug—Dijo, con toda frialdad—Espero que, la próxima vez que nos encontremos, nuestra conversación sea más grata, sin que me acuses a lo tonto.

Dicho esto, me dio la espalda, y se fue. ¡Qué rabia! Deseaba romperle la cara con mi yo-yo, pero sabía que no podía hacer eso.

¡Adrien! Di media vuelta, y ahí estaba él, parado frente a mí. Tenía sangre en su boca, y su ojo estaba un poco morado. ¡Maldito Ethan! Mis ojos se humedecieron, y lo abracé con fuerza.

—L-lo s-siento—Se disculpó.

—No fue tu culpa, ese idiota te provocó hasta el cansancio—Dije, mientras él secaba la pequeña lágrima que rodaba por mi mejilla—Vámonos a mi casa, necesito curarte.

—Como tú digas, princesa—Dijo, y me siguió ciegamente.

Entramos por la panadería, y mis padres estaban ahí, y al ver el estado en el que estaba Adrien, nos miraron preocupados.

—¿Qué pasó?—Preguntó mi mamá.

—Un idiota quiso faltarme al respeto—Expliqué—Y Adrien solo quiso defenderme.

—Voy por el botiquín para curarte, Adrien—Le dijo mi mamá.

—Solo dámelo a mí, yo le hago las curas—Insistí.

—¿Seguro que sabes hacerlo, cariño?—Me preguntó mi papá.

—Sí, es parte del pequeño taller de enfermería al que asistí una vez, ¿recuerdan?

—Cierto—Dijo mi mamá, mientras me entregaba el botiquín.

—Adrien—Lo llamó mi padre.

—¿Sí, señor?

—Bien hecho.

—Gracias.

Subimos hasta mi cuarto. Primero, lo hice tomar un buche de agua, y enjuagarse la boca, y luego, lo senté en mi cama. Le di un trozo de carne congelada, para que lo sostuviera en su ojo morado, mientras yo limpiaba las heridas de su boca con gazas y alcohol.

—¡Arde!—Se quejó.

—¡Pues aguanta!—Lo regañé—Si no uso alcohol, se te pueden infectar las heridas.

—¡Como si fueran tan grandes las heridas!—Siguió quejándose.

—Lo mismo digo, señor salvador de París. Te quejas como si fueran heridas de bala, ni que te estuvieras muriendo.

[1] Bajo las Luces de París [Miraculous Ladybug & ChatNoir]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora