[1] Bajo las Luces de París [Miraculous Ladybug & ChatNoir]

Capítulo 8

Las imágenes que uso para ilustrar la historia no son mías, sino que las encuentro en google.

Marinette:
Me acerqué a él, lentamente, y haciendo un escudo con mi yo-yo.

—Me debes muchas explicaciones, gatito—Le dije, recordando la ilusión de Volpina.

—Mari, no te quiero hacer daño—Me dijo, sin acercarse.

—Muy tarde, ya lo hiciste—le dije, dejando escapar dos lágrimas.

Aquellas palabras falsas en su voz, aún retumbaban en mis oídos, y me quitaban la respiración... Simplemente, dolía recordarlo.

—¡Libérame, por favor!—Me pidió, y se puso de rodillas—Rápido, antes de que se despierte mi padre.

—¿Qué?—Pregunté, confundida.

¿Qué quería decir con "antes de que despierte mi padre?"? Me pregunté, pero no podía pensar con claridad.

—¡Te juro que te explico todo cuando purifiques mi akuma!—gritó, desesperado.

—Estás akumatizado, ¿por qué querrías que purificara tu akuma?

—Shadowmoth está dormido, y su control es más débil. No sé cuánto más me pueda controlar, pero toma—Dijo, mostrándome el anillo, ¿podía ser ese el anillo que lo controlaba? También podía ser una trampa.

—Ponlo en el suelo, y retrocede.

Chatblanc hizo lo que le dije: puso el anillo en el suelo, para luego, retroceder. Yo me acerqué, y lo tomé: podía sentirlo, este era el verdadero anillo que contenía su amok. Al menos, podía sentir un amok al tocarlo.

—Ahora, dame tu cascabel—le ordené.

—No puedo... debes quitármelo—dijo, luego de intentar arrancárselo, pero su mano había retrocedido, cuando se encontraba a unos pocos centímetros del objeto.

—¡DAME TU CASCABEL!—Dije, ya alzando la voz, por mi desesperación.

Sentía tantas cosas al verlo, tantas emociones encontradas, tanto amor, tantos buenos recuerdos, pero también los malos. Sentí la necesidad de ayudarlo, a pesar de que su apariencia me tenía aterrorizada—Si quieres que confíe en ti, debes dármelo.

—¡NO PUEDO TOCARLO!—Gritó, y comencé a ver cómo peleaba contra sus demonios internos.

Era claro que Adrien estaba luchando con todo para mantenerse en control.

—¡Amuleto encantado!—Dije, invocando mi poder.

—¡Date prisa, M'Lady! Se está despertando, no sé cuánto más lo pueda controlar.

El objeto que apareció en mis manos fue una copia exacta del amuleto de la suerte que le había regalado a Adrien hacía tiempo, y del cual, él me había regalado uno parecido. Era un símbolo de nuestra amistad, y de mi amor por él. ¿Acaso era mi amor la clave para vencer a Chatblanc?

—Gatito, todo va a estar bien—Le dije, acercándome despacio.

—¡Rómpelo ya!—Me suplicó, al caer de rodillas en el suelo, y su llanto no cesaba—Hazlo, antes de que te lastime más.

Me agaché, hasta quedar a su altura, y acaricié sus mejillas, limpiando sus lágrimas. Tomé su cascabel en mi mano, pero al tratar de arrancarlo, sentí su mano agarrar bruscamente la mía.