Capítulo 3.

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W A D.

Las discotecas y malos barrios eran mi ambiente, sabía cómo funcionaba cada uno en cuanto a robos y traspaso de estupefacientes, sabía quiénes eran los grandes que dirigían todo y sabía cuáles de esos grandes tenían problemas con otros jefes.

No llevaba moviéndome aquí desde los trece años en vano, así que ahora, a mis veintidós años podía decir que yo era el tipo indicado para ayudar con los business, pocas veces me sorprendía lo que veía en esos lugares, pero el encuentro con la cerecita me dejó como hacía mucho tiempo nada lo hacía.

No me malentiendan, no me ocurrió eso de "amor a primera o segunda vista", es cierto que su atractivo físico era atrayente, su ingenuidad pedía a gritos ser corrompida y su toque de cereza era muy tentador. Pero la sorpresa me la llevé más bien al recordar que esa era la chica a la que había robado hacía poco. Puede que sonara como un cretino por decirlo así, pero la verdad mi conciencia hacía mucho tiempo que estaba en paz, procuraba robar en despistes, nunca usaba armas y en mi defensa, la había salvado también.

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―¡Nos vemos, Yina! ―me despedí sonriente, saliendo del bar, encendí un cigarro y me quedé fumando en silencio al lado de un callejón

―Miren que bella sorpresa nos trajo la noche, hola ―volteé hacia el trío de hombres que empezaban a acorralar a una chica de cabello negro, se veía algo perdida

Seguro no era de por aquí.

Pero no era mi problema.

―¿Dónde puedo parar un taxi? ―preguntó tan bajito que a penas la oí desde mi posición

A buenos les preguntas, mi vida.

―Hay una parada cerca, ¿ya te vas? ―habló el menor de ellos, era un niño, tendría dieciséis como mucho

Aquí mismo pasaban infinidades de taxis, no tenía que ir a ningún lado, solo esperar.

―Sí, gra-gracias por su ayuda ―ella intentó avanzar y sonreí de lado por su ingenuidad

En serio creía que la dejarían marcharse, pobrecita.

―Quieta, hermosa ―uno de ellos le apuntó con una pistola, a la chica le brillaron los ojos por las lágrimas que se acumularon en el acto

No debía meterme.

―Tu teléfono y todo el dinero que lleves encima ―volteé los ojos, novatos ―Nuevo, quítale las prendas del cuello ―el líder señaló sus cadenas, la chica estaba inmóvil por el miedo mientras sollozaba, intentó moverse, pero el líder movió la mano que sostenía la pistola ―Quieta, linda.

Ya tienes muchos problemas, no te metas, Wad.

―No, no me ha-hagan daño, llévenselo to-todo ―sollozó y suspiré cuando el tercero la agarró con fuerza del cabello y la obligó a arrodillarse en el suelo sucio del callejón

No te metas, Wad.

―Tráela ―mientras el tercero la sostenía por la nuca de rodillas, el líder señaló con la pistola al interior del callejón oscuro ―Veamos cómo se mueve esa boquita llena de mi...-

―Amigo, no creo que...-

―¡Cállate!, esta niñita tan linda me hará una buena mama...-

A la mierda.

Lancé el cigarrillo al suelo.

―Que grosero interceptar señoritas de esta manera ―el grupo me miró, avancé con las manos en mis bolsillos, el líder me apuntó con su arma, volteé los ojos ―¿No te enseñaron a respetar a las mujeres?

Mi razón para escapar {R. #2} ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora