Capítulo 25.

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W A D.

Me volteé quedando boca arriba y pasé una mano por mi rostro, había tenido otra pesadilla, por suerte no me había movido mucho o al menos si lo había hecho Adara no lo había notado. Murmuró algo entre sueños y se giró en mi dirección antes de pasar un brazo sobre mí.

La observé en silencio detallando cada parte de su rostro, y regresé la mirada al techo.

¿Qué estaba haciendo?

Estaba dejándome llevar, estaba sintiendo, experimentando... Adara me gustaba, qué digo, Adara me encantaba y podía asegurar que estaba enamorado de ella tal y cómo le había dicho aquél día. No se me pasó por alto que ella no me lo dijo, pero tampoco le metí mucha cabeza, en algún momento me lo diría... o no, tal vez solo me diría algo como: gracias por el buen rato. Deseaba que no fuera así, pero sabía que si me lo decía tampoco me sorprendería, de una forma u otra ya me había acostumbrado a que las personas fueran y vinieran de mi vida.

Ella era una de esas personas que se había ganado que me esforzara para que se quedara cerca, por ello más que nada tenía paciencia y trataba de comprenderla. Ayer podía simplemente haber perdido los cabales al ver que no entendía y extraía un punto negativo de cada palabra que salía de mi boca, pero no lo hice.

No lo hice porque desde que había conocido la historia tras esa chica de cabello negro entendí su motivo de ser así y antes de enojarme por su actitud, me pregunté lo siguiente: ¿cómo más reaccionaría una persona a la que le han dicho toda su vida que no es suficiente?, ¿acaso no se entristecería ante el mínimo gesto reservado?, por supuesto que lo haría porque no se sentía merecedora de una explicación, de un gesto, de algo tan mínimo como unas palabras de aliento.

Mucha gente no entendería mi insistencia y paciencia con ella, pero para mí, Adara valía todo mi maldito tiempo. Quería que aprendiera a quererse, que se concientizara sobre su valor, que entendiera que no es que ella fuera poco para los demás, sino que se había rodeado de tanta gente asquerosa que la habían degradado en exceso, ¿y saben?, no me importaba lidiar con sus inseguridades en el camino hasta que se extinguieran. Yo también entendía ese sentimiento de no sentirse suficiente, de necesitar una muestra de afecto por mínima que fuera.

Adara lo valía y mientras me dejara, yo intentaría dárselo.

Acaricié su mejilla con mi pulgar y me incliné un poco para dejar un beso en su frente. Las comisuras de mis labios tiraron al recordar lo que habíamos hecho hace unas horas, cerré los ojos recordando lo condenadamente sexy que se veía sonrojada y disfrutando de algo nuevo mientras me miraba de vez en cuando.

Se veía tan jodidamente preciosa.

Sacudí la cabeza alejando esas imágenes que comenzaban a reforzar el flujo de sangre a mi entrepierna y respiré hondo comenzando a contar mientras la pelinegra a mi lado se aferraba un poquito más a mi cuerpo haciéndome cosquillas en el cuello con las hebras oscuras de cabello.

Sin darme cuenta me dormí en paz.

[...]

Me removí abriendo los ojos al sentir una respiración pausada impactar en mi rostro, sonreí a boca cerrada al ver ese rostro tan bonito pegado al mío. Sus ojos me observaban con cuidado, sus labios estaban apretados y sus mejillas sonrosadas. Guié una mano hasta su mejilla y comencé a acariciarla con mi pulgar.

―De las mejores cosas que he visto al levantarme ―comenté con la voz baja, ella sonrió y posó su mano en mi cabello deslizando sus dedos delgados entre las hebras, cerré los ojos unos segundos ante ese gesto tan dulce

―No te fuiste ―murmuró

―Me dejaste quedarme, ¿no?

―Creí que... no estarías cuando despertara ―confesó con un deje de timidez

Mi razón para escapar {R. #2} ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora