Capítulo 8.

377 26 4
                                    

W A D.

Suspiré y con el dorso de mi mano limpié el sudor que corría por mi frente, apreté las tuercas con la llave inglesa, presioné mis dientes entre ellos con fuerza intentando solucionarlo a lo bruto y sentí el chorro de aceite caer en mi cara.

―Mierda ―espeté deslizándome para salir de debajo del coche sobre la patineta en la que estaba, agarré el trapo al ponerme de pie y limpié mi rostro ―Vamos, coopera conmigo ―le dije al auto

―¿Algún avance, Wad?

―No, Rick ―negué ―La pieza está rota, si tienen el dinero es mejor que la cambien, porque, aunque la repare con el tiempo se romperá ―expliqué limpiando mis manos

―¿Qué les sale más caro a los clientes? ―preguntó sonriendo de lado y reí, ya sabía a donde nos dirigíamos

―La pieza nueva es costosa, pero una reparación doble o triple lo es aún más ―me encogí de hombros ―Vendrían en unas... dos o tres semanas de nuevo.

―¿A la mitad? ―preguntó refiriéndose a cómo repartiríamos el dinero

―No ―obvié ―Todas las reparaciones de este auto los he hecho yo desde hace dos días, no es justo que tú te lleves la misma cantidad cuando solo venderás la mentira del auto completamente reparado ―me crucé de brazos lanzando el paño a la silla donde se encontraba mi camiseta

―Wad, siempre me ha gustado tu inteligencia, pero a veces es verdaderamente molesta ―dijo el rubio canoso

―Si te ofende que sepa negociar, no trabajes conmigo, despídeme ―lo reté y sonrió palmeando mi hombro engrasado

―Sabes que no haré eso muchacho, me traes mucho dinero ―sonrió ―Bien, lo dejamos así, sesenta para ti, cuarenta para mí ―extendió su mano

―Hecho ―sacudimos las manos y agarré mi camiseta de la silla poniéndomela aun a sabiendas de que se ensuciaría

Salomé me iba a matar.

―¿Te vas? ―asentí

―Tengo asuntos pendientes ―me acerqué al lavamanos para limpiar los residuos de aceite de mi cara y brazos y una vez hecho eso partí del lugar topándome con Harold que entraba con una caja en sus manos ―Hola, Harold ―contrajo su rostro en molestia ―Sí, yo también me alegro de verte ―sonreí y seguí mi camino sin esperar su saludo

Continué caminando hasta llegar a una de las tantas discotecas donde yo tenía contactos, me encontraría con una agradable chica que me daría lo mío. Sonreí, seguro de que no esperaba mi visita.

Al divisar el local con el cartel violeta con brillos y una copa como logo, entré sonriente, el ambiente era el mismo de siempre, pero claramente a esta hora solo limpiaban y ordenaban todo antes de abrir, Olivia estaba haciendo un conteo de lo que supuse era el fondo de la caja, así que me acerqué sigilosamente con toda intención de interrumpir su conteo.

―¡Hola! ―grité provocándole un respingo que provocó que soltara los billetes

―¡Vete a la mierda, Wad! ―soltó enfurecida y reí, soltó aire con fuerza reacomodando su largo cabello negro

―Qué lindo recibimiento, Oli ―me sacó el dedo del medio y lo mordí, chilló

―Andas con ganitas hoy, ¿eh? ―preguntó sonriente sacudiendo el dedo mordido ―¿Qué quieres?

―Sabes lo que quiero ―le guiñé un ojo y enarcó una ceja

―No, no sé qué viniste a buscar a esta hora ―se cruzó de brazos

Mi razón para escapar {R. #2} ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora