Capítulo 4.

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A D A R A.

Esa noche al salir de la discoteca había logrado entrar con éxito a mi habitación en la madrugada, para mi suerte mis abuelos habían llegado al día siguiente en la tarde por lo que estuve tranquila, sin embargo, me sentía culpable por haberme escapado de esa manera, si mi abuela se enteraba no me lo perdonaría. Por eso cuando me preguntó sobre esa noche tuve un mini ataque de pánico interno, solía ser mala mentirosa, pero por alguna razón no me había costado sostener que había pasado la noche en mi habitación leyendo.

No había dejado de pensar en esa noche, una parte de mí había disfrutado del ambiente de la discoteca y... esa misma parte de mí que se ocultaba muy muy en el fondo, no había podido olvidar al chico que me había robado un beso esa misma noche, mi primer beso. Mis labios seguían cosquilleando cuando recordaba el beso y mi cuerpo reaccionaba de manera extraña al recordar su tacto esa noche que, aunque no fue mucho, me hizo sentir algo que nunca antes había experimentado, emoción, adrenalina. Me sentía culpable por ello también, pero disfrutaba recordar al chico atractivo con aire peligroso de esa noche que... yo no volvería a ver.

Suspiré por lo bajo.

Observé la mesa de cristal en la que estábamos cenando en silencio, contuve un suspiro por el aburrimiento. En casa siempre cenábamos en silencio -al menos cuando mi abuela no hablaba- y admito que muchas veces me había encontrado preguntándome como se sentiría tener una cena como la de las películas, una donde todos hablaban alegremente de su día y logros con una sonrisa. En mi caso el único que a veces hablaba conmigo era mi abuelo, me preguntaba sobre mi día y me aconsejaba, mi abuela se dirigía solo a mis profesores para saber sobre mis avances o problemas, y me reprendía sino obtenía los resultados que esperaba mientras yo me disculpaba por ello y me encerraba en mi habitación manteniendo en silencio mi disconformidad.

Mi abuela se aclaró la garganta interrumpiendo mi hilo de pensamientos ―La próxima semana haremos la fiesta de inauguración de las nuevas bodegas ―cortó su trozo de bistec y levanté la vista de la ensalada que ella me había ordenado cenar ―Habrá muchos socios antiguos, pero también inversores nuevos a los cuales quiero convencer de invertir en nosotros―llevó su tenedor a sus labios carmín y mi abuelo frunció el ceño desde la cabeza de la mesa, lo observé curiosa

―Eso Adara ya lo sabe, ¿a dónde quieres llegar, Alondra? ―mi abuela dio un sorbo a su vino y colocó su mentón sobre sus manos entrelazadas con elegancia sonriendo

―Vendrán los Jones ―fruncí el ceño confundida

―¿Quiénes son los Jones?

―Lo hubiera dicho sino me hubieras interrumpido ―apreté los labios y bajé la mirada con culpabilidad

―Lo lamento, abuela ―susurré y mi abuelo tensó su mandíbula

―Espero que sí ―me miró con severidad ―El hijo mayor de los Jones tiene mucha influencia sobre los negocios en los que sus padres invierten y me gustaría que hablaras con él y le demostraras el encanto de las bodegas ―explicó sonriendo, asentí y di un respingo cuando mi abuelo se puso de pie repentinamente

―No vas a usar a mi nieta como tarjeta de convencimiento para nadie, Alondra ―aclaró señalando a mi abuela que en seguida alzó una ceja

―Adara, ¿quieres ayudar a las bodegas o no? ―asentí en silencio ―Pues vas a hablar y compartir con el hijo de los Jones.

―No pienso permitir eso, no vas a pros...- ―mi abuelo me observó y calló ―Adi, ¿podrías subir a tu habitación, por favor?, tengo que tratar unos asuntos con tu abuela ―asentí moviendo mi silla hacia atrás, pero de manera fugaz mi abuela llego hasta mí y presionó mis hombros hacia abajo sentándome otra vez

Mi razón para escapar {R. #2} ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora