Extra II.

274 17 1
                                    

Extra.-"Una noche casi perfecta, con final candente"



-


A D A R A.

Luego de la improvisada y emotiva ceremonia entre Wad y yo, Kate regresó con una camisa idéntica a la que mi esposo había manchado exigiendo nuestra presencia en nuestras respectivas posiciones y aun cuando no estaba muy entusiasmada por el hecho de enfrentarme a Alondra, me bastó una mirada brillante de Wad para tomar valentía. Él tenía razón, era mi día, el nuestro y ella no lo iba a estropear.

Miré a través del pequeño vitral el lugar que estaba hermosamente decorado a mi gusto con gardenias y colores pasteles. Había tenido mis dudas por lo que recurrí a Wad que solo me había preguntado si me gustaba a mí, cuando me enfurruñé él, sonrió y respondió: Si está hermoso para ti, yo seré feliz con lo que escojas. Nos había tomado un año y medio de trabajo reunir para pagar todo, porque no habíamos aceptado la ayuda de mi abuelo, pero... finalmente estaba pasando. Estábamos aquí.

Respiré con lentitud y lo observé a través del pequeño vitral una vez se colocó en el altar, estaba tan guapo con su esmoquin azul oscuro y su cabello peinado hacia atrás. Reí cuando hizo una mueca aflojando un poco el cuello de la camisa y Kate lo manoteó arreglándolo de nuevo. Volteé ante una risa infantil topándome con el amor de mi vida.

―¿Lista? ―preguntó mi abuelo sosteniendo a mi hijo con una sonrisa de amor profundo

―Estoy nerviosa ―admití

―¿Quieres sostenerlo unos minutos antes de ir? ―asentí tomando a Johan en mis brazos

Le sonreí y pasé el dedo por su nariz robándole una risita.

Mi bebé era hermoso, sus ojos eran como los de Wad, sus mejillas como algodón de un rosa suave y sus labios como los míos. Lo supe cuando lo vi la primera vez y cada vez que lo sostenía lo reafirmaba, era la cosita más perfecta que había hecho en mi vida.

Desde el instante uno se había convertido en nuestro alguien favorito y más preciado, aún recordaba lo mucho que Wad lloró al sostenerlo contra su pecho, esos primeros minutos de los tres juntos como una familia oficial habían sido sencillamente hermosos.

Hubo semanas y aún hay días donde me cuesta creerme que esta cosita tan diminuta, perfecta y hermosa haya salido de mí, pero el pecho se me infla en orgullo cuando lo reconozco y sé que no hay nada más que pueda pedir en esta vida porque ya lo tengo todo.

Suspiré una vez más y se lo entregué a mi abuelo, con quien la relación había mejorado de manera notoria con el paso de los años. Aún recordaba cuantas veces sostuvo mi mano y me dio palabras de aliento durante los primeros años de terapia, como nunca me juzgó por amar al hombre que me hace feliz y cómo tembló de emoción cuando vio a Johan por primera vez.

Desde el principio sabía que quería que mi abuelo me acompañara al altar con Johan en su otro brazo, y Wad estuvo de acuerdo desde el segundo uno, porque como nuestro hijo, también debía formar parte de este momento tan importante.

―Estás hermosa ―dijo con tono paternal dejando caer un par de lágrimas ―Tu madre estaría tan contenta al verte así, mi pequeña ―sonreí con añoranza ―Y tu padre, oh tu padre ―negó con una pequeña sonrisa ―Habría armado un escándalo si te hubiera visto en ese vestido de reina ―reí imaginando un mundo alterno donde ellos también estaban aquí

―Los extraño.

―Yo también, pequeña, pero ellos están aquí ―afirmó ―Siempre estarán contigo, incluso si no los ves ―apreté los labios y lo observé a través de mis pestañas, insegura, no por mi decisión sino por la incertidumbre que me prometía este nuevo paso ―Estoy muy orgulloso de ti, mi niña, no habría podido pedir una nieta mejor y pase lo que pase te seguiré amando y estaré para ti a cada paso que des ―tomó mi mano al tiempo que Johan me lanzaba un beso ―Verte feliz siempre me hará feliz, y esta vez no será la excepción.

Mi razón para escapar {R. #2} ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora