Capítulo 27.

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W A D.

La observé sentada frente a la televisión mientras terminaba de fregar los platos y demás, lógicamente hubo cierto pleito antes de que cediera... o más bien antes de que yo la cargara y la dejara en el sofá. Era lo justo después de todo, ella había hecho la cena por lo tanto a mí me tocaba la otra parte.

Una vez terminé aterricé a su lado sorprendiéndola ―¿Qué estamos viendo?

―Una película ―entrecerré los ojos sobre ella

―Eres tan específica, cariño ―rio y se levantó

―No le presté atención, la verdad ―dijo deslizando el tirante del vestido por su hombro, fruncí el ceño extrañado

Ella no solía empezar... no, seguro había sido sin querer.

―Bueno, podemos buscar... ―dejó caer el otro ―O-otra, si quieres ―tartamudeé y ella sonrió ―¿Esto es alguna clase de indirecta que no estoy captando?

―Tal vez ―asintió ―Quiero... un regalo de... ―se aclaró la garganta ―De cumpleaños.

―Aun no es medianoche, prometo que te daré mis regalos a esa hora.

―No me estás... entendiendo ―apretó los labios, suspiró y avanzó hasta las escaleras ―Iré a tomar... una ducha ―asentí

―De acuerdo, te espero aquí ―alcé un pulgar y volteé hacia la televisión

Suspiré y me centré en la película esperando a que ella regresara, entonces algo hizo click en mi cabeza cuando un auto explotó en la película en medio de la autovía.

Aaahhh.

―Eres imbécil ―me dije y apagué la televisión corriendo escaleras arriba, me detuve en la puerta del baño que se encontraba abierta

Tragué grueso al ver su silueta no definida a través de la mampara, me alejé y cerré los ojos negando. Escuché el sonido del agua y negué respirando hondo intentando no imaginármela desnuda como aquella noche aquellos lunares salpicando su cuerpo, ella contrayéndose de placer...

―No, no, si entendiste mal vas a joderlo todo ―negué

―No dejé la puerta abierta para el viento, tonto ―escuché su voz con un tinte de vergüenza y diversión ―¿Vas a entrar?

―Yo... amm... ¿segura? ―quise confirmar

―Si... si tú quieres ―di un paso dentro y cerré la puerta detrás de mí

―Yo siempre querré siempre y cuando tú me dejes ―comencé sacándome los zapatos ―No se trata de lo que yo quiero ―zafé mi cinturón ―Se trata de lo que tú quieras... ―saqué el suéter por encima de mi cabeza, su imagen aun difusa por la mampara ―De lo que te haga sentir bien... ―bajé los jeans ―No tengo prisa ―me coloqué frente a la mampara cerrada ―¿Me dejas?

―Puedes... puedes entrar des... amm... desnudo ―tartamudeó

―¿Estás bien con eso? ―abrió la mampara para mí y asintió

Su rostro era una mezcla de rumor, vergüenza y algo más... excitación, ansias por sentirse como la última vez. Mis ojos recorrieron su cuerpo en con adoración detallando todo cuanto podían su piel pálida, sus pezones erectos por el roce con el agua a presión, su respiración inconstante, los cuatro lunares en su pecho, el lunar en sus costillas, el otro encima de su sexo, y luego los seis esparcidos en sus muslos. Alcé la mirada a sus ojos miel y no vi miedo, solo deseo, eso expresaba mientras detallaba mi torso desnudo y mis brazos tintados con negro.

Mi razón para escapar {R. #2} ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora