Capítulo 45. (Fin)

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A D A R A.

Observé la maleta sobre mi cama y la cerré con un pesar que no me cabía en el pecho. Habían pasado dos semanas desde que intenté... terminar con todo. Luego de eso, pasé seis días internada con vigilancia las veinticuatro horas y terapia cada día. Incluso después de esos días aún no era capaz de hablar del tema, de mirarme en un espejo, ni de permitir que los hombres me tocaran. La terapeuta dijo que era una reacción bastante común entre las víctimas de... eso que me había pasado a mí.

Mi abuelo me había convencido de que irme con él un tiempo al extranjero sería bueno para recuperarme, después de todo ya lo había preparado todo para su mudanza tras la firma de los papeles de divorcio. No puse mucha resistencia. Tal vez después de todo lo que necesitaba era eso, ¿no? alejarme un tiempo de toda esta ciudad. No podía aceptar mi problema todavía, pero sabía que necesitaba sanar y que no podría hacerlo en el mismo entorno donde todo había ocurrido.

―¿Terminaste de empacar? ―preguntó mi abuela desde la puerta antes de pasar y quedarse de pie detrás de mí

―Sí.

―Podrías quedarte, no tengo inconveniente con que tengas tus terapias aquí ―apreté los labios

―No gracias, ya lo decidí ―jalé más las mangas del ancho jersey para cubrir los vendajes que todavía tenía en la muñeca

―¿Por qué lo hiciste? ―cuestionó con genuina curiosidad ―No hubieras arreglado nada muriendo.

Me encogí de hombros y finalmente le di la cara.

―No espero que comprendas las reacciones de mi cuerpo y mi cerebro luego de todo lo que tuve que pasar.

Ella asintió.

―Sigo pensando que lo mejor sería que...-

―No me interesa lo que creas que es mejor ―mordí mi labio ―Yo decidí que esto es lo que necesito.

―Pero, entonces... ―apretó los labios con amargura, como si le costara decirlo y entonces lo entendí

―¿Te quedarás sola? ―no necesité su confirmación ―Sí, te quedarás sola, abuela y ¿sabes? ―tomé mi maleta y la puse en el suelo con un pequeño quejido ―No me importa, has luchado cada día de mi vida por llegar a esto, si te quedas sola es por tus propias decisiones no por mi culpa ―ella alzó la cabeza orgullosamente

―Hice lo que creí mejor.

―¿Defenderlo?, ¿creer su palabra en vez de la mía? ―di un paso en su dirección ―¿Permitir que eso pasara bajo tu propio techo? ―apreté los labios ―Eso era lo mejor para ti, nunca te ha preocupado mi seguridad.

―¿Cómo te atreves a decir eso?, no dormí ni diez minutos cuando desapareciste, soborné a medio cuerpo policial para encontrarte ―hizo una pausa ―Adara yo te quiero ―confesó y sentí como si un balde de hielo me cayera encima

―Wao, en serio me... impresionas ―me quedé perpleja ―Desde que tengo conciencia estoy esperando por esas palabras y las dices ahora ―negué ―Ya no necesito que me quieras abuela, no necesito que te preocupes por mí, ni que conviertas mi momento de mierda ―hizo una mueca ante la palabrota ―En algo sobre ti, guárdate tu amor porque yo ya no lo quiero ―frunció el ceño

―No sé qué puedo hacer para que dejes de odiarme tanto ―la miré molesta

―Es tarde para preocuparse por eso.

―¿Si me disculpo te quedarías? ―cuestionó con el rostro afligido ―Porque lo siento de verdad.

―¿En serio te estás disculpando conmigo? ―asintió y se acercó para tomar mi mano

Mi razón para escapar {R. #2} ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora