Capítulo 24.

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A D A R A.

Suspiré entregando mi examen final de matemáticas, era el último que debía hacer antes de entrar por fin en mi periodo vacacional y la felicidad no tenía intenciones de esconderse en mi interior, al contrario, parecía que se desbordaba sin querer. Llevaba dos semanas estudiando como posesa y ansiando el día de hoy.

No tenía planes de salir, puesto que el cansancio entre las clases de baile que aún no cambiaban de locación y los desvelos por estudiar habían dejado secuelas en mi cuerpo que planeaba reponer hoy. Mi cumpleaños estaba a tan solo cuatro días y debía estar en plena forma para terminar de organizar todo.

Mi abuela hasta ahora había sido... flexible, no sabía si era porque se acercaban las vacaciones o porque había salido finalmente con Austin a la feria y eso la había dejado lo suficientemente feliz para darme un respiro por unos días.

Con una sonrisa salí feliz del salón de clases sin esperar alguna instrucción del cascarrabias alemán, Renata se detuvo al verme y me hizo una pregunta silenciosa que respondí con ambos pulgares arriba dándole a entender que los exámenes habían ido bien. Ella asintió y me dio una sonrisita antes de marcharse con la bandeja de té.

Apreté los labios y miré a ambos lados antes de escurrirme a la cocina, me emocioné al encontrarla vacía y comencé a sacar los ingredientes para hacer... galletas, sí, eso haría con algunas chispas de chocolate.

Me las había ganado tras tanto esfuerzo.

Recogí mi cabello en un moño y me amarré el delantal con una sonrisa dibujada en el rostro. Comencé a preparar la mezcla y una vez todos los ingredientes estuvieron en el boul en las cantidades correctas encontré la batidora y comencé a mezclarlo todo.

Lo que sentía al cocinar podía asegurar que era muy parecido a lo que la señorita Silvi sentía al bailar, lo sabía porque ella lo describía como su pasión.

¿Y qué es una pasión?

Una pasión no era más que aquello que hacías por mero placer, algo que incluso sin ser remunerado realizabas por la satisfacción de hacerlo. Porque era tu manera favorita de consumir tu tiempo, era aquello que te hacía sentir vivo, pleno y en paz. Una pasión era tu pequeño rincón lejos del mundo. Lejos de los problemas. Lejos de todo.

Una vez la masa estuvo lista tras pasar un par de minutos en el frigorífico comencé a moldearla con diversión entre mis manos, y sonreí cuando sentí algo de harina en mi rostro. Sentí una lágrima caer de mi ojo cuando la suavidad de la masa contactó con mis dedos, solté una risita y limpié la gota de agua salada.

No lloraba de tristeza, lloraba por la felicidad tan grande que sentía al retomar algo que amaba hacer, algo que me hacía sentirme... yo, que me hacía sentir mía. Mordí mi labio y arriesgándome a manchar mi teléfono le tomé una foto a la masa con chispas de chocolate y se la envié a mi pelinegro favorito.

Gracias a Kate yo había obtenido un nuevo número de teléfono ayer en la noche a escondidas de mi abuela.

Yo: Desearía que estuvieras aquí

para probarlas cuando

las saque del horno.

Sonreí al ver la respuesta pocos minutos después cuando ya había metido las galletas al horno.

Wad: Solo existe una persona

que me diría algo así.

Hola, cerecita, te extrañé<3

No me dio tiempo a contestar cuando me llegó otro mensaje.

Wad: Nada me gustaría más

Mi razón para escapar {R. #2} ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora