¡Alto, querido lector!, es una doble actualización así que, si Wattpad te trajo hasta aquí, regresa al capítulo 34 en busca de contexto.
En caso de que hayas seguido el orden, disfruta de la lectura.
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A D A R A.
Tomé una profunda respiración y miré la casa en la que había crecido. Observé a los guardias que me veían con una expresión similar al susto y a la sorpresa y me replanteé si esto era una buena idea. La última vez no había salido bien, pero esta vez venía con un objetivo y sabía que no le permitiría volver a ser dueña de mi libertad, eso me pertenecía solo a mí.
Entonces entré de una vez por todas y recorrí el vestíbulo saludando de vez en vez a algunos de los empleados que en su momento habían ignorado mis gritos de dolor, de miedo. Seguí avanzando y me detuve cuando un cuerpo femenino me tomó en un abrazo cariñoso.
―Señorita, estaba muy preocupada ―sonreí devolviéndole el abrazo a Renata ―¿Está bien?, ¿necesita algo? ―negué separándonos
―Nunca había estado mejor ―admití tragando el nudo de nerviosismo en mi garganta ―Renata, necesito hablar con mi... con Alondra ―ella me miró con nerviosismo
―Señorita no creo que sea lo mejor, su abuela no ha estado del mejor humor.
―No me importa ―al darme cuenta de mi tono, aclaré mi garganta ―Solo... dile que estoy aquí.
―¿Está segura?
―Por favor ―asintió y me dio una pequeña sonrisa antes de marcharse
Tomé profundas respiraciones mientras contaba en mi cabeza y limpiaba compulsivamente el sudor en mis manos con la tela de mis jeans analizando una y otra vez qué le diría. No fue hasta un par de segundos más tarde que Renata regresó y me guió hasta la oficina que tan poco había visitado esos años, puesto que la abuela nunca me dejaba entrar, decía que ese no era lugar para una señorita como yo nunca le vi sentido, pero nunca lo discutí.
Observé el alce en la pared, la escopeta de caza de la abuela, su vidriera repleta de tazas de té, las costosas piezas de arte y detallé como nunca el mosaico de la alfombra. Sabía muy dentro de mí que solo buscaba excusas para retrasar nuestro encuentro porque me ponía muy nerviosa. Nunca había sido buena para mantener mi postura frente a ella y comenzaba a arrepentirme de haber convencido a Wad de que acudiera al llamado de Rick en lugar de venir conmigo, él me hubiera apoyado.
No te amedrentes, Adara.
Tú puedes.
Tragué grueso y con decisión tomé el picaporte y en menos de un parpadeo se materializó frente a mí. Estaba concentrada en un par de papeles, su expresión era seria, las gafas se posaban en la mitad de su nariz y lucía tan... perfecta como siempre, su maquillaje estaba impoluto y sus uñas prolijas con una manicure perfecta que resultaba envidiable hasta cierto punto.
Entonces alzó sus ojos mieles idénticos a los míos y los que había tenido mamá. Eran férreos, no dulces, fríos, no cálidos, eran imponentes y demandantes. Sentí que me encogía ante ella con rapidez y sin quererlo, pero la costumbre era poderosa y me estaba manejando. Ella sonrió de lado y se inclinó en el respaldo de su silla cruzando sus dedos.
―¿No quieres sentarte... nieta? ―tomé asiento frente a su buró de roble oscuro y sentí el peso de su mirada en cada aliento que me pertenecía ―Dieciocho años de clases de modales y en menos de un mes tu postura es una decepción ―me negué a erguirme como tantas veces había hecho ―Tu cabello está enredado y... esa camiseta no es tuya, déjame adivinar es de ese moreno que tienes por capricho, ¿cierto? ―fruncí el ceño ante la mención
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Mi razón para escapar {R. #2} ✔
Teen Fiction¿Cómo escapar de esa persona que te hace sentir tan viva, tan tuya, tan dueña de una libertad que creías no merecer?, simplemente no lo haces, porque no lo deseas, es la vida quien te pone en una encrucijada donde toda decisión parece derrumbar un e...