W A D.
Suspiré entrando al gimnasio, ya era viernes, y ni rastro de Adara, al final no había tomado mi invitación, y no lo negaré, me sentía algo decepcionado por ello, pero lo entendía, seguro tenía otras cosas que hacer. Suspiré, reacomodé el bolso deportivo y me detuve frente a Maxine en la pequeña recepción donde texteaba con esa chica.
―¿Cuándo piensas decirle a tu padre que estás enamorada de ella? ―dio un respingo y bajó del mostrador con mala cara, reí ―¿Qué pasa pequeña pelirroja?, alegra esa cara, sabes que se lo tendrás que decir en algún momento.
―Eso no te incumbe, Wad ―entrecerró los ojos y suspiré ―Tú tampoco te hubieras enterado de no haber...-
―¿De no haberte visto besándola tras el gimnasio? ―reí y ella enrojeció sin saber qué decirme, volvió tras el mostrador y tecleó en la computadora ―Nos vemos, Maxine.
―Oh, Wad, ha venido tu amiga ―me detuve a medio camino
―¿Flash? ―cuestioné frunciendo el ceño ―No me dijo para vernos hoy ―negó
―No es Flash ―sacudió la cabeza ―Es una chica de cabello negro, ojos mieles... ―sonrió juguetonamente ―Se llama Adara ―medio cantó con burla y negué con una sonrisa de lado ―Y creo que cierto chico ha estado preguntando por ella toda la semana ―soltó una risita
―Andas muy graciosa, Maxine, ¿te pone de buen humor esa novia tuya? ―esquivé el bolígrafo que me lanzó y reí yendo a la puerta
―Wad ―me volteé para verla ―¿Crees que papá ya no me quiera si le digo? ―ladeé la cabeza y solté aire
―Maxine, yo no sé mucho de amor, mucho menos de padres, pero lo que sí sé es que tu papá te adora con la vida, y no creo que, porque te guste comer de todo, de nada o los árboles eso cambie, solo háblalo con él ―me encogí de hombros ―O no lo hagas, digo, los heterosexuales no andamos diciendo que lo somos a nuestra familia, ellos se dan cuenta solos, no sé, peque, haz lo que te haga sentir mejor ―rasqué mi nuca con nerviosismo
―Gracias, idiota ―sacudí la cabeza empujando la puerta del gimnasio y entrando finalmente
Fue una reacción casi instantánea al verla, sonreí y sentí emoción, demasiada. Como si yo fuera un niño abriendo un regalo en navidad. Su cabello estaba recogido en una cola, sus piernas enfundadas en una lycra negra que sin duda me gustaría volver a ver junto a la blusa roja de finos tirantes que hacía maravillas. Hablaba con el hermano menor de aquella mierda que conocí en la fiesta y no sabía cuál era el tema, pero ella no parecía cómoda, apretaba las manos entre sí y su pierna se sacudía. Me acerqué con urgencia.
―Estoy esperando a...-
―Eso, cerecita, ¿a quién esperas? ―pregunté en un susurro cubriendo sus ojos, la sentí reír antes de apartar mis manos
―Hola, Wad ―saludó risueña
―¿Llevas mucho tiempo aquí? ―pregunté acomodando un mechón de cabello tras su oreja, y en un acto inconsciente presionó ligeramente su rostro contra mi mano
Eso había sido raro, extraño, espontáneo, familiar.
―Amm... no, solo unos poco minutos ―inevitablemente observé al chico que la miraba como un bobo, fruncí el ceño
¿Cómo se atrevía a acercársele tras lo que su hermano le había hecho?
>>―Oh, Wad él es Austin ―añadió la pelinegra intentando alivianar el ambiente ―Austin, él es Wad.
―Es un gusto ―ofrecí un leve asentimiento incómodo por su presencia
―Te espero por allá ―avisé alejándome sin tener nada que aportar a esa conversación
ESTÁS LEYENDO
Mi razón para escapar {R. #2} ✔
Teen Fiction¿Cómo escapar de esa persona que te hace sentir tan viva, tan tuya, tan dueña de una libertad que creías no merecer?, simplemente no lo haces, porque no lo deseas, es la vida quien te pone en una encrucijada donde toda decisión parece derrumbar un e...