Capítulo 16.

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Nota: He tenido que subir el capítulo 2 veces gracias a Wattpad y su locura. Espero que ahora sí todo se haya subido correctamente.

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W A D.

De pequeño muchas veces tuve que huir con mi madre de mi padre, de sus clientes, de los prestamistas, de servicios sociales, de la policía. Algo repetitivo era aquél momento donde antes de salir del lugar donde nos estábamos quedando ella se ponía a mi altura y prometía que sería la última vez. Como niño al fin, le creía. Sobre los diez dejé de hacerlo, pero nunca se lo dije, porque siendo solo un chiquillo me di cuenta de que aquellas palabras eran más para ella que para mí, ella quería que tuviéramos un hogar y viviéramos tranquilos, y esa era su manera de darnos esperanza.

Aprendí entonces que hay mentiras necesarias, cosas falsas que necesitamos decirnos para amortiguar la realidad, y comencé a darme dosis de esas diariamente. Estar con esas chicas me excita, sí, pero lo hago para no sentirme solo, robo porque crecí haciéndolo, más bien creo que es lo único que sé hacer, vendo drogas porque si dejo de hacerlo me metería en problemas, sí, pero también porque es una forma de ganar dinero fácil. Así llevaba haciendo desde tiempos inmemorables, pero la realidad me traía de vuelta y no me dejaba seguir con aquella anestesia.

Cuando conocí a Carina, me jodió mucho más de lo que ya estaba por mi cuenta. Era una chica fantástica que en su momento me demostró que yo también podía recibir cariño, solo por ello me deslumbró, creía ver algo especial en mí. Pero también era una chica de gustos caros, gustos que alguien como yo no podía costearse, gracias a eso comencé a hacer negocios con su hermana mayor, Estefanía, y acabé metido en más de un problema legal, del que al final siempre me sacaba moviendo sus hilos.

Fue un círculo vicioso del que más tarde que temprano desperté, y me di cuenta de que, aunque quería y respetaba a Carina, no estaba enamorado de ella, no la quería a mi lado para el futuro si es que yo llegaba. Estaba agradecido por todo lo que había hecho por mí, agradecido porque me había dado una razón para dejar de consumir y limitarme a vender, pero no era feliz. Ella tampoco lo era, y lo noté cuando los problemas comenzaron.

Ella quería que yo fuera de su élite, quería que me vistiera y actuara como tal, quería tantas cosas, que yo no podía ser, ni podía darle. El día que decidí terminar con todo lo que teníamos, lloró, me maldijo, me llamó de todo, pero luego se calmó, me abrazó, me besó, me pidió que no me fuera, que lo intentáramos otra vez, me dijo que funcionaría. No me escondo, fui cobarde, porque aun cuando no correspondía sus sentimientos, no pude decirle que no, así que seguí ahí.

Tres días después ella murió por ir al lugar equivocado, y para mi mala suerte yo llegué en el momento equivocado. Yo tenía que entregar un paquete importante a gente grande, gente a la cual no le gustó que una chica desconocida apareciera en donde harían su intercambio. Ella estaba ahí porque Estefanía le había enviado un mensaje con la dirección, quería que me viera haciendo negocios y me terminara por ello. Murió por tres disparos, corazón, cabeza y abdomen, cuando llegué solo estaba ella en el piso desangrándose.

El día en aquella comisaría aún era claro en mi mente, yo lleno de sangre, los policías preguntándome cosas de las que no sabía la respuesta y entonces, el arma con mis huellas. Era lógico que si les daban a elegir entre culpar a los grandes o a alguien insignificante. Yo saldría perdiendo.

Quedé libre gracias a Estefanía, que decidió ayudarme cuando se aburrió y el caso se enfrió, me liberaron por falta de pruebas y por un poco más de dinero mi expediente quedó limpio. Desde entonces, me había endeudado con ella a su parecer, lo usaba como una constante espina que vivía clavada en mi mano y ella decidía apretujar para ver cuánto sangraba solo por diversión, y eso era mucho peor que cualquier chantaje.

Mi razón para escapar {R. #2} ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora