Capítulo 12.

313 21 0
                                    

 W A D.

Sonreí guardando mi móvil en mi bolsillo. La volvería a ver, hablaríamos otra vez y me sentiría tan a gusto como la última vez, reí porque creo que pocas veces en la vida me había emocionado por quedar con alguna chica, que no fuera mi mejor amiga, Flash.

Suspiré y me coloqué mi camiseta viendo como Harold y Rick se encargaban de la motocicleta, llevaba varios días trabajando en aquella bestia que trajeron y la verdad me dolía estar haciendo reparaciones a medias o no tan buenas como las que ese pedazo de coche se merecía, pero necesitaba dinero.

―Rick, tengo que irme ―alzó la cabeza y en el acto un chorro de aceite salpicó su rostro, contuve la risa

―¿Qué mierda haces, Harold?

―No ha sido mi culpa ―se defendió

―Mira, mejor vete a hacer otra cosa, yo me ocupo de esto ―apreté los labios en una línea al ver la mueca de dolor de Harold

―¡Siempre es lo mismo contigo!, ¡nada de lo que hago es suficiente para ti!, ¡estoy harto de todo, de ti, de tu mierda de taller! ―lanzó el trapo al suelo ―¡Estoy harto de que no me veas!, ¡eres mi padre se supone que deberías apoyarme, no machacarme! ―finalizó como si fuera algo que llevaba tiempo guardándose, vi sus ojos aguarse ―Wad no es tu hijo, soy yo y si me tuvieras solo un poco de paciencia verías que yo también puedo hacer cosas increíbles con los malditos coches y las putas motos, pero ese es tu jodido problema, que nunca ves lo que hago, lo de otros siempre es y será mejor para ti ―lo señaló con rabia, dolido

Aparté la vista, me desagradaba que mi nombre formara parte del problema, principalmente porque Harold no era un mal chico, y Rick tampoco era el peor padre, solo no se entendían, pero yo no era quién para meterme.

―Váyanse a la mierda tú y tu puto taller, me voy con mamá.

―¡Eso, corre detrás de las faldas de tu madre! ―devolvió el otro

―Amm... Rick ―intenté intervenir

―¡Al menos ella me ve, al menos ella me demuestra que me quiere y no tiene que estar viniendo alguien de fuera a decírmelo en su nombre! ―su mandíbula se contrajo en molestia y salió tirando la puerta del taller

Rick bajó la mirada al verlo irse, pero tampoco dijo nada.

―Yo... mejor me voy ―asintió en silencio ―Regresaré mañana ―aunque tal vez lo más sensato sería no hacerlo, al menos por un tiempo

Suspiré y al salir me estiré dejando atrás la tensión del momento. Era increíble como teníamos la capacidad de almacenar pequeños golpes hasta que nos desgastábamos y nos transformábamos en un volcán en erupción. Eso pasó con Harold y con sinceridad me daba algo de pena el trato que recibía de Rick, pero era un chico afortunado que tenía una madre que lo sabía querer bien.

Finalmente me dirigí al bar de Estefanía donde nos habíamos reunido la vez anterior, para pactar un trato claro, si yo quería que me suministrara la versión final de La sinfonía de la sirena, debía almorzar con ella una vez a la semana, ¿por qué?, ni idea, pero yo necesitaba el dinero, así que no iba a decir que no, porque estaba planeando conseguir un lugar pequeñito para mis amigos del callejón, no sé, un departamento donde pudieran quedarse y tener una vida más decente, no tendría problema con pagar sus cuentas, al menos estaría trabajando para un fin.

A punto de tomar un taxi que me llevara, mi móvil vibró.

»Bruja rubia: Cambio de planes.

Nos vemos en La Perla.

Fruncí el ceño y volteé los ojos, vi mi camiseta con una mancha de aceite de coche, y manchas negras de suciedad por el trabajo de hoy, me encogí de hombros con resignación. No iba a perder mi tiempo yendo a cambiarme para una cena a la que ni siquiera quería asistir. Subí al taxi y le di la dirección, noté la mirada que me dio cuando dije el nombre del restaurante, era entendible, yo no tenía la pinta del tipo de gente que iba a ese lugar.

Mi razón para escapar {R. #2} ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora