Capítulo 19.

281 21 8
                                    

W A D.

Gemí sintiendo el pollo deshacerse en mi boca con un sabor exquisito, tan delicioso como aquél filete que comí en La Perla, Adara a mi lado sonrió con orgullo cubierto por atisbos de timidez. Tomé una cucharada de la salsa que había hecho y la unté encima con cuidado. Scott hacía poco la había halagado por su cocina también, incluso el chico de la recepción tuvo la oportunidad de probarlo y quedó encantada con ello. Metí el tenedor en el exquisito puré de verduras.

―Mira, yo sé cocinar macarrones y a duras penas, así que disculpa mi falta de modales y exceso de sonidos satisfactorios ―rió

―Mientras te lo comas, no me interesa ―se encogió de hombros ―Eres la segunda persona que prueba algo hecho por mí.

―¿Kate? ―asintió

―Ella probó mi pie de manzana y otros innumerables platos que hago cuando nadie mira y la casa está sola ―suspiró

El resto de la comida en nuestra pequeña habitación de hotel transcurrió entre risitas ocasionales y más halagos a su comida. Luego de eso recogieron los platos y la puerta volvió a cerrarse. Sonreí escondiendo la mano tras mi espalda.

―¿Qué tienes ahí? ―preguntó saliendo del baño antes de pasar la manga de la sudadera por su boca húmeda

―¿Todo bien, Adara? ―asintió urgida

―Sí ―sonrió acercándose ―¿Qué escondes?

Le mostré el paquete de cartas y ella hizo una mueca confusa ―Es el juego que te dije, Uno ―sonrió y se aproximó a paso rápido

La habitación no era grande, más bien tenía un tamaño aceptable para dos personas. La cabecera de la cama contra la pared, el sofá a un lado, la puerta del baño en el otro y una pequeña cómoda junto a un clóset de tamaño promedio. Observé por la ventana, estaba anocheciendo, lo que significaba que pronto acabaría nuestra escapada y tendríamos que volver.

No, aún queda tiempo.

―¿Jugamos?

―No ―torcí una mueca ante esa respuesta, ella negó sacudiendo la mano

―Ya sé, ya sé, no pretendías ser grosera ―le giñé un ojo ―Me estoy acostumbrando a eso ―reí

―Quiero decir que no antes de que me expliques la reglas, no te dejaré ganar con facilidad ―proclamó sentándose en la cama en posición de indio con mirada decidida y concentrada

―Tal vez te deje ganar.

Enarcó una ceja ofendida ―¿Qué dijiste?

―Que seguro me ganas, claro, claro ―asentí y me senté con apuro ―Bien, puede que parezca complicado, pero es muy fácil, verás...

[...]

―¡Imposible!, ¡estás haciendo trampa!

No cariño, la verdad solo eres pésima en el juego.

Reí ―Adara, sigo las reglas aquí escritas ―le mostré el paquete y negó enfurruñada

―Tramposo, seguro estás haciendo algo con las cartas cuando no miro ―alcé las cejas ante tal acusación

―Mis manos son hábiles y resbaladizas, pero saben mantenerse quietas.

Como buen carterista.

Hice una mueca por ese pensamiento y traje mi mente de vuelta a la conversación ―¡Estás haciendo trampa!

―¡¿En qué momento?!, ¡si no me quitas los ojos de encima!

Mi razón para escapar {R. #2} ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora