Capítulo 22.

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A D A R A.

Giré, giré y giré escuchando las indicaciones exigentes de la voz de mi abuela, la señorita Silvi me observaba con cierta decepción. Aseguraba que no era por mi baile, sino por seguir siendo como ese cristal que ella había mencionado. Llevaba más de cuatro horas bailando y solo deseaba terminar, mis tobillos pesaban, mis piernas temblaban por los calambres y mi frente estaba cubierta de sudor.

―¡Estira el cuello!, ¡tus brazos parecen fideos!, ¡la postura!, ¡sonríe! ―cerré los ojos con impotencia y sentí las lágrimas acumularse de cansancio, de dolor

―Suficiente ―declaró Silvi desde su lugar ―Señora Alondra, me paga por hacer mi trabajo, pero al final lo realiza usted, no me parece muy lógico ―dijo mirándome con un claro gesto: «ya puedes descansar»

―Silvi, te pago para que la hagas una bailarina y aquí solo veo un vaguísimo intento, no me parece muy lógico ―Silvi frunció el ceño y se cruzó de brazos

―Lo que no gusta, no se aprende, señora Alondra ―declaró y le hice una seña de que no siguiera, al final sería yo la que pagaría las consecuencias

―Adara...- ―agradecí que Renata llegara justo a tiempo para que no terminara la frase

―Señora Alondra, tiene una llamada.

―¿De? ―preguntó con desdén

―Los inversionistas de Suecia ―eso le sacó una sonrisa inmensa

―Pues no les hagamos esperar ―comenzó a caminar, se detuvo un segundo para mirarnos a Silvi y a mí ―Espero que esto mejore rápidamente, de lo contrario habrá un despido ―amenazó de forma pasiva

Suspiré y pasé las manos por mi rostro relajando mi postura.

―¿Has hablado con ella? ―asentí con pesar

―Pero no va a ceder, se comporta como si yo pudiera remplazar a mamá ―murmuré y Silvi se aproximó hasta mi lugar para sin detenerse a decir algo abrazarme

―Cielo, no sé si lo sabes, pero tu madre nunca hubiera permitido esto ―la miré y me sonrió con dulzura, casi de forma maternal

―¿Usted conoció a mi madre?

―¿A Cassie?, claro que sí, era una buena amiga mía, fuimos compañeras de baile desde niñas ―explicó pasando una mano por mi cabello antes de soltar mi moño ajustado y estirado ―Nunca se recogía el cabello para bailar, era su toque personal, decía que mientras más ajustado fuera, más fría se volvía la expresión y por ello lo dejaba suelto al bailar ―sonreí al escuchar aquello

En casa poco se hablaba de ella y de mi padre, sabía lo que descubría mediante alguna foto o video, o lo que en algún momento me contara mi abuelo a escondidas de la abuela, quien nunca me decía demasiado, tal vez porque aún le dolía, tal vez porque no quería que lo supiera. No estaba segura sobre nada que la involucrara ya, tenía demasiados sentimientos encontrados, entre ellos la desconfianza.

―¿Por qué nunca antes me había hablado de ella? ―ella se encogió de hombros

―¿Alguna vez preguntaste? ―negué apretando los labios ―Ahí tienes la respuesta.

―¿Por qué ahora?

―Porque creo que ahora más que nunca que estás comenzando a dejar salir tu valentía, es necesario que sepas que Cassie nunca hubiera permitido que vivieras así ―algo dentro de mí se sintió reconfortado en saber aquello, se sintió feliz por saber que, si ella estuviera aquí, me hubiera apoyado ―Tampoco se hubiera enojado porque defendieras la forma en la que decidieras vivir tu vida.

Mi razón para escapar {R. #2} ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora