Capítulo 29.

280 21 15
                                    

W A D.

Me detuve frente al portón y solté el aire que sin saber había estado conteniendo. No solía pararme a pensar mucho en mi estatus, era algo que formaba parte de mí y que a pesar de que me marcaba ciertos límites para vivir, no detestaba... -al menos no del todo-, sin embargo, la mansión de Adara imponía un poco bastante y saber que esa noche estaba ahí como invitado y no como trabajador o como un secreto se sentía extraño en mi piel y en mi cerebro que aún no terminaba de hacerse a la idea.

Así que me acerqué al de seguridad que no perdió oportunidad de darme un buen vistazo. Sonreí ampliamente sintiéndome decente con el traje gris que llevaba, no era nada caro ni elaborado y mucho menos hecho a medida. Pero, hey... seamos realistas, me veía muy sexy con el puesto y esperaba que cierta cerecita lo pensara aun cuando no me lo dijera.

El hombre de seguridad repasó la invitación que ciertamente se encontraba algo arrugada por haberse trasladado de un pantalón a otro y me dio un vistazo sospechoso antes de susurrarle algo a su compañero.

―Usted no tiene permitido el acceso ―enarqué una ceja

―¿Por qué no?, tengo una invitación.

―Son órdenes ―se limitó a decir y me devolvió la invitación

―Pues no me iré, ahí dentro hay una chica que me espera y si no llego se va a enojar y luego dirá que soy un idiota ―expliqué ―Y ustedes no me ayudarán a lidiar con su enojo, ¿cierto?

―Amm... señor ―dudó y volteé los ojos ―No puedo hacer nada por usted.

―Llame a Kate ―pedí

―¿Disculpe?

―Llame a la chica con pinta asiática de cabello corto negro y maquillaje extravagante, es la mejor amiga de Adara ―no necesitaba haberla visto para saber que mis datos no se equivocaban en lo absoluto ―¿Y bien?, ¿la llamará?

―Señor, usted no puede pasar ―dijo el otro tipo

―No me interesa si puedo o no, entraré porque como mi chica derrame una sola lágrima por culpa de ustedes par de... ―mandriles ―Amables señores de seguridad, las cosas no terminarán muy bonitas para ustedes, así que... llamen a Kate, por favor ―me crucé de brazos con una amplia sonrisa ―Oh, puedo esperar aquí largo rato ―añadí ―Tengo paciencia.

―De... acuerdo ―asentí cuando uno de ellos se marchó, el otro aprovechó y me dio otro vistazo

―¿Qué ocurre?, ¿te gusto o quieres una foto? ―cuestioné con sorna cansado de sus vistazos desagradables ―No tengo ningún tipo de problema con la comunidad, pero me gustaría un poco de respeto para mi sexy persona, mínimo disimula las miraditas amigo no querrás que me sonroje aquí mismo ―el hombre me miró como si estuviera demente

¿Lo estaría?

―¡¿Cómo?! ―ladeé la cabeza para ver a la chica llegar con el otro de seguridad ―¡Wad! ―chilló y corrió hacia mí para darme un abrazo ―Estás guapísimo, Adi se caerá de culo ―rio y entonces noté que se encontraba algo achispada ―¿Qué ocurre? ―se giró hacia los seguratas

―Tenemos órdenes de que un tal Wad no puede entrar, señorita ―explicó uno

―Y el señor aquí, concuerda con las características que nos dieron ―finalizó el segundo

―¿Quieres que te diga por dónde me paso esas malditas órdenes? ―sonrió como un ángel ―No, ¿verdad? ―enroscó la mano en mi brazo y los miró ―Escúchenme bien señores, este chico es el novio de la cumpleañera y como no lo dejen entrar va a pasar lo siguiente: mis tacones golpearán sus pelotas, mis uñas rasguñarán sus rostros y los dejaré llorando con mi gas pimienta para luego trocearlos con mi katana ―amenazó aun sonriente ―Así que tienen de dos, o mi amigo entra... o ustedes le hacen una visita a la UCI del hospital central y les digo desde ya que mi familia es lo suficientemente influyente como para destrozar sus vidas ―la observé en silencio con algo de miedo la verdad

Mi razón para escapar {R. #2} ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora