Capítulo 43.

196 19 5
                                    

A D A R A.

Llevaba ocho días y medio aquí.

Lo sabía porque había encontrado un trocito de tiza con el que contaba las veces que se escondía la luna para dar paso al Sol. No recordaba demasiado de los últimos días luego de que Andy entrara a mi prisión personal.

Solo sentía una inexplicable sensación de suciedad en mi cuerpo y de malestar que no se quitaba con nada. Lloraba cada vez que despertaba después del sedante y aunque estaba vestida, me sentía tan ultrajada. Solo anhelaba que no me hubiera hecho nada, lo deseaba cada día al recuperar la conciencia y cada día antes de perderla del todo.

En cada momento me encontraba adormilada con fuerzas para apenas y llegar al lavabo. Había perdido la esperanza y ya no me negaba a comer la sopa que me traían todos los días entrada la noche.

Tenía frío y dolor en todo el cuerpo. Ya daba era un hecho que todos me daban por muerta y aunque tal vez me había dado por vencida muy pronto no tenía mucho a lo que aferrarme, tampoco ayudaba absolutamente nada la desvariación de mi cerebro entre la realidad y la paranoia por el poco intervalo de tiempo entre una inyección y otra.

Se había hecho costumbre que unas lindas lucecitas bailaran en el techo. Una vez intenté atrapar una, pero no pude porque cuando parpadeé desaparecieron. Estaba tan cansada, tan agotada, tan asustada, tan sucia y tan desesperanzada que ansiaba que mi cuerpo tuviera un fallo en la noche y que de repente dejara de funcionar. Solo le pedía a quien fuera que me escuchara, que no me doliera. Ya me dolía mucho y no quería más dolor.

Volteé sobre mi costado en dirección a la pared y comencé a raspar la pintura con mi uña.

―No te rindas ―fruncí el ceño ―Eres una chica fuerte, mi cielo ―me levanté como pude y la vi tan clara, tan alcanzable que casi lloré

―Mamá... ―ella asintió y se acercó a la pequeña ventanita con una pequeña sonrisa

Estaba tan hermosa. Su cabello negro caía por su espalda y usaba ese vestido tan lindo que se ataba tras la espalda. Volteó en mi dirección y negó.

―No estás sola, si te rindes mucha gente sufrirá ahí fuera ―abracé mis piernas y negué

―No eres real ―murmuré

―¿Cómo lo sabes?, estás hablando conmigo, ¿o no? ―apreté los labios y ella me regaló una sonrisa

―Yo... no, mamá se fue hace mucho tiempo.

―Tal vez regresé por un rato, hija ―que me dijera así se sintió tan bien, tan cálido, tan necesario para respirar

―¿Po-por qué?

―Porque tienes una vida por delante, cariño ―señaló la ventanita con la cabeza y solo vi el cielo nocturno ―Tienes gente que te espera ahí fuera.

―Ellos deben creer que morí.

―¿Y por qué te buscan entonces? ―rebatió y me levanté tambaleante hasta que logré estar a su lado

―¿Van a venir?

―Eso es algo que no te puedo decir ―apoyó la mano en mi mejilla con calidez y amor infinito ―Pero puedo decirte esto, cariño, no te rindas, lucha ―sonrió para mí y solo para mí ―Esto va a pasar y vivirás una vida tan hermosa, mi amor ―negué

―Tú no eres real.

―¿Y Wad? ―retrocedí ―¿Y Kate?, ¿el abuelo?, ¿ellos tampoco lo son? ―apreté los labios y sentí las lágrimas arrastrarse por mis mejillas ―Ellos te están esperando, ellos quieren verte.

Mi razón para escapar {R. #2} ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora