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El penetrante sonido de la alarma me obligó a revolverme en la cama, sorprendiéndome al sentir una mata de pelo en mi boca que me obligó a resoplar antes de abrir mis ojos e incorporarme en la mullida cama

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El penetrante sonido de la alarma me obligó a revolverme en la cama, sorprendiéndome al sentir una mata de pelo en mi boca que me obligó a resoplar antes de abrir mis ojos e incorporarme en la mullida cama.

—Por Odín —susurré, llevándome ambas manos a la cabeza cuando mi vista se nubló.

Alargando mi mano hasta la mesita de noche agarré mi móvil, que seguía sonando incesantemente, y apagué la alarma antes de mirar la hora y darme cuenta de que nos habíamos perdido las dos primeras horas de clase.

¿Qué demonios era lo que había pasado la noche anterior? O sea, sabía que habíamos ido a la maldita fiesta, pero ¿por qué razón me encontraba tan pésima? Jamás, en mis prácticamente veinte años de vida me había encontrado tan mal después de haber bebido. ¿Qué demonios era lo que estaba sucediendo con mi cuerpo?

Primero me quedaban cicatrices, y ahora, ¿tenía resaca? Definitivamente esto no era para nada normal.

—Kath —murmuré, sacudiendo con suavidad el hombro de la morena a mi lado, quien dormía plácidamente bocabajo—. Kath —insistí, cuando la única respuesta por su parte fue un ahogado balbuceo—. Nos hemos perdido las dos primeras clases... Levanta.

—Cinco minutos más —balbuceó ella en un quejido.

Yo rodé mis ojos y me levanté de la cama, agarrando una muda de ropa de la maleta y encaminándome al único baño de la casa dispuesta a retirar la asquerosa capa de sudor que cubría mi piel.

En diez minutos escasos salía del baño con mi corazón latiendo a mil por hora, lista para afrontar el largo día de escuela a pesar de que mi rostro, independientemente de las capas de maquillaje que llevaba encima, mostraba detalladamente la terrible noche que había pasado.

Cuadno entré de nuevo a la habitación de la morena, una de mis cejas se alzó ante la surrealista imagen que presenciaba, y es que, ella terminaba de calzarse la última deportiva mientras daba ridículos saltitos antes de caer de espaldas a la cama.

—¡Estoy lista! —anunció, levantándose como un resorte y dedicándome una amplia sonrisa que desapareció cuando sus ojos analizaron mi rostro—. Dios... Qué mala cara tienes. ¿Y eso que tienes en el cuello? Mejor no me lo digas...

Un molesto bufido se deslizó de mis labios ante su despreocupación, sabiendo a la perfección que se refería al enorme hematoma que decoraba la piel de mi cuello.

 —Toma —anunció ella, tendiéndome unas gafas de sol antes de echarse a reír—. Te harán falta.

Yo no contesté, simplemente ignoré por completo su fuerte risa y agarré las gafas para meterlas en mi bolso, colgándome este último al hombro antes de seguir a la morena escaleras abajo mientras nos colocábamos los cascos.

Con rapidez subimos a la moto de mi hermano, que sorprendentemente estaba entera, y conduje con prisa a la escuela, sabiendo con quien teníamos la proxima clase.

The Last Sacrifice |Derek Hale x OC|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora