Cuando abrí mis ojos volvía a estar en el oscuro abismo donde vi por primera vez a Fenrir.
Desde mi posición recorrí el lugar con atención, sintiendo cómo mi corazón palpitaba intensamente en mi pecho. No había nada... absolutamente nada, salvo por las finas cadenas que hacía meses le había quitado al lobo.
Con lentitud me senté y observé las ondas que provocaba mi cuerpo en esa superficie acuosa, sintiendo cómo el profundo silencio se volvía cada vez más insoportable.
Sabiendo que debía encontrar a Viggo cuanto antes, me levanté con rapidez y observé una vez más a mi alrededor, no teniendo muy claro qué hacer en ese momento, pues ante mis ojos lo único que había era una completa y absoluta oscuridad.
Una leve lucecilla al fondo del lugar provocó que rápidamente corriera hacia ella.
—¡VIGGO! —berreé con fuerza sin dejar de correr.
Sin embargo, todos mis intentos fueron inútiles, lo que me llevó a frustrarme cada vez más, y es que, esa maldita luz, que era lo único que había en ese espacio, parecía estar cada vez más lejos.
Tras eternos minutos, cuando fui incapaz de respirar con normalidad, detuve mis pasos y apoyé mis manos en mis muslos para recuperar el aliento.
—Yo puedo ayudarte.
La suave voz de una mujer retumbó a mi alrededor, provocando que girara mi rostro lo suficiente para mirar por encima de mi hombro a esa mujer y alzara una de mis cejas en su dirección cuando la identifiqué.
Ella era la mujer que había aparecido en mi mente cuando intentaba buscar respuestas en el Nemeton para ayudar a Jackson.
—Yo puedo ayudarte, Nealie.
Dejando abandonadas en el fondo de mi cabeza todas las preguntas que surgieron en mi cabeza, agarré tentativamente la mano que me tendía y me dejé arrastrar por ese oscuro espacio, comprobando cómo nos acercábamos a esa luz.
No quería ponerme en ese momento a pensar en el detalle de porqué esa mujer estaba en mi cabeza, pues mi prioridad en ese momento era encontrar a Viggo y volver a casa. A donde pertenecíamos... los dos.
Cuando llegamos a esa luz, me percaté de que era el Nemeton, y sobre él estaban sentados mamá y Viggo, riendo con suavidad mientras compartían un tierno abrazo.
Mis ojos se aguaron ante esa escena e inmediatamente me libré del agarre de esa mujer y corrí desesperada hasta ellos para lanzarme sobre mamá y enterrar mi rostro en el hueco de su cuello e inspirar hondamente su olor.
El mismo olor floral que recordaba.
—¿Qué haces aquí? —preguntó mamá con suavidad, envolviendo mi rostro con sus manos para obligarme a centrar mis ojos llorosos en los suyos—. Mi dulce Nealie... No llores, Cielo.
Su suave susurro cortó el aire hasta mis oídos como una canción de cuna antes de que besara la punta de mi nariz, lo que hizo que mis ojos se anegaran en lágrimas, obligándome a dirigirlos hacia Viggo, quien esbozaba una amplia sonrisa.
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The Last Sacrifice |Derek Hale x OC|
Fanfiction¿Quién dijo que iba a ser fácil? Es obvio que cuanta más gente quieres más más esfuerzos tienes que hacer para protegerlos, pero no poder hablar... No poder hacer públicas tus intenciones puede ser el punto de inflexión en tu vida. Ha riesgo de perd...