Ese día, tras la escuela, me despedí apresuradamente de Katherina y me encaminé a la veterinaria dispuesta a encontrar algún tipo de respuesta o solución a esta situación de mierda.
Me parecía completamente surrealista que Stiles hubiera decidido que, en estos momentos, teniendo en cuenta lo que estaba sucediéndole, decidiera que lo mejor que podía hacer era internarse en el loquero de la ciudad.
Dejando a un lado mis comeduras de cabeza, bajé del coche y me adentré a la vacía estancia, estirando mis labios en una sonrisa a modo de saludo hacia Deaton, quien se limitó a dedicarme un asentimiento de cabeza antes de volver a centrarse en sus asuntos de veterinario.
Yo me senté en una de las sillas de recepción y esperé pacientemente a que Scott y Allison llegaran mientras me dedicaba a juguetear con mis dedos en mi regazo.
Realmente solo esperaba que lo que fuera que tuviera que decirnos Deaton fuera lo suficiente sustancial como para poder ayudar al castaño... Y si en el proceso le manteníamos ileso y de una única pieza, pues entonces esto sería el premio gordo de la lotería.
Minutos después llegó Scott, quien se adentró por la puerta trasera sacándome en el acto de mis pensamientos, haciendo que alzara las comisuras de mis labios en una mueca.
—¿Hace mucho que has llegado?
—Cinco minutos —respondí palmeando la silla a mi lado, invitándole a sentarse junto a mí.
Manteniéndonos en un cómodo silencio, esperamos pacientemente hasta que Allison entró al lugar, haciendo que nosotros nos levantáramos de las sillas y esperáramos a que Deaton decidiera que era el momento de empezar esta reunión social.
—¿Tuviste algún problema con Ikeda? —preguntó Argent al otro lado del teléfono.
—El lobo blanco estaba exactamente donde dijiste que estaría. Pero ahora tenemos dos problemas —se apresuró a contestar Deaton—. En primer lugar, el liquen no es una cura, desaparecerá en cuestión de días.
—Pero mientras esté activo los Oni no irán a por Stiles, ¿verdad? —volvió a decir Argent.
Esas palabras consiguieron que un ligero alivio apareciera en mi pecho, aunque fuera por unos simples minutos.
—Eso espero... Eichen House tiene una historia extraña. Puede que no sea un impedimento para los Oni —aclaró Deaton, recorriendo nuestros rostros con su mirada.
—¿Cuál es el segundo problema?
—He hablado con tus contactos en japón. El jefe yakuza que viste morir a manos de los Oni nunca encontró el pergamino.
—¿Qué pergamino? —preguntó Scott, haciendo la pregunta que en ese momento invadía mi mente.
Ciertamente no me estaba enterando de nada de lo que estaban hablando, pero si entre toda esa verborrea estaba la solución para ayudar a Stiles, cerraría mi boquita y esperaría pacientemente hasta que llegaran a una conclusión.
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The Last Sacrifice |Derek Hale x OC|
Fiksi Penggemar¿Quién dijo que iba a ser fácil? Es obvio que cuanta más gente quieres más más esfuerzos tienes que hacer para protegerlos, pero no poder hablar... No poder hacer públicas tus intenciones puede ser el punto de inflexión en tu vida. Ha riesgo de perd...