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Una ladeada mueca adornaba mis labios mientras caminaba por los pasillos de la escuela, sintiendo aun la excitación correr por mis venas, sin embargo, dicha mueca se borró completamente cuando vi a un depresivo Stiles al fondo del pasillo

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Una ladeada mueca adornaba mis labios mientras caminaba por los pasillos de la escuela, sintiendo aun la excitación correr por mis venas, sin embargo, dicha mueca se borró completamente cuando vi a un depresivo Stiles al fondo del pasillo.

Sin pensar demasiado, me acerqué a él y coloqué mi mano en su hombro, borrando en el acto cualquier expresión de mi rostro cuando nuestros ojos se encontraron.

—¿Qué ocurre? —pregunté con suavidad.

—Yo... —masculló él, pasando sus manos por su pelo en un nervioso gesto.

Una de mis cejas se alzó cuando él hundió su cabeza entre sus hombros y comenzó a alejarse de mí, hecho que detuve en el acto aferrando con seguridad su muñeca entre mis dedos.

Viendo cómo sus labios se abrían repetidas veces y sus manos gesticulaban exageradamente, pero ni una sola palabra era pronunciada, tiré de él hasta los primeros baños vacíos que encontré y le obligué a sentarse en uno de los W.C para acuclillarme frente a él.

—Tranquilo, Stiles —murmuré.

Con firmeza envolví sus manos entre mis dedos y esbocé una sutil sonrisa cuando él asintió con su cabeza, momento que aproveché para escudriñar su pálido rostro.

—Cuéntame qué ocurre.

—Ayer... ¿Tú viste la llave? —preguntó él en un susurro, haciendo que lo mirara confundida—. La llave...

—Sí, ayer te vi con una llave que no sabías de qué era —aseguré, viendo cómo sus ojos brillaban con algo parecido a la esperanza—. ¿Qué pasa con esa llave?

—Era del armario de Química... Fui yo quien ayudó a Barrow a esconderse allí —balbuceó él con prisa, haciendo que mis labios se apretaran en una tensa mueca—. Y el código para matar a Kira... se lo escribí yo... era mi letra... y el regalo que dejamos en el despacho del entrenador, la caja con tornillos, era igual que la bomba que utilizó en el autobús escolar.

—¿Por qué sabes que fuiste tú? ¿Qué código? —pregunté pausadamente, envolviendo su rostro con mis manos para obligarle a centrar sus ojos desenfocados en los míos.

—Había unos números en la pizarra del laboratorio de Química... y Lydia descubrió que eran los símbolos de elementos químicos que formaban el nombre de Kira.

—Vale —murmuré antes de que él siguiera hablando precipitadamente—. La llave puede ser de cualquier sitio, lo del regalo puede ser una simple casualidad, y lo del código... cualquiera lo podría haber escrito. No tienes por qué haber sido tú, ¿entiendes? No puedes.

—Scott tampoco me ha hecho caso, pero estoy seguro, ¿vale? —susurró él, empezando a ponerse histérico—. He sido yo.

—¿Cuándo supiste que esa llave era del armario de Química? —insistí.

The Last Sacrifice |Derek Hale x OC|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora