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"Ella es Allison Argent y también se incorpora hoy a las clases"

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"Ella es Allison Argent y también se incorpora hoy a las clases".

"¿Podría acompañarte?"

"Esta noche hay una fiesta en la casa de Lydia. ¿Por qué no vienes?"

"Por eso no me hablas, ¿verdad?"

"¿Qué te ha pasado?... Esto no parece nada".

—¡Nealie!

El fuerte grito de mi hermano me sacó de mi estupor, haciendo que rápidamente llevara mi desenfocada mirada hacia él y pestañeara rápidamente, permitiendo de ese modo que las lágrimas que empañaban mis ojos se deslizaran por mis mejillas.

—¿Nealie? ¿Estás bien?

—Estoy bien —murmuré, llevando mis manos a las suyas, que envolvían mis mejillas para separarlas de mi piel—. Estoy bien...

—Estás sangrando mucho —susurró Viggo mientras estudiaba mi rostro con su preocupada mirada—. No se está curando...

—No tiene importancia —me limité a decir, intentando levantarme a pesar del ardor de mi pierna—. Allison... Ella está... Hay que llevarla al hospital. ¡Hay que llevarla al hospital!

—Ya no hay tiempo, Nealie...Tenemos que irnos—murmuró Viggo colocando sus manos en mis axilas para intentar levantarme.

—Pero Allison... Ella ha... Ella no puede haber...

No pude decir nada más, una fuerte arcada sacudió mi estómago, provocando que me inclinara hacia delante y expulsara lo poco que había ingerido en las últimas horas mientras las lágrimas seguían fluyendo por mis mejillas.

Se suponía que esto no tenía que pasar. Se suponía que íbamos a rescatar a Lydia, y como siempre, todos volveríamos a casa sanos y salvos... Pero esta vez no iba a ser así... Habíamos perdido a una de nosotros. Porque sí, a pesar de que era una cazadora y su familia me había arrebatado demasiadas cosas, ella era una más de nosotros.

Aunque quizás era demasiado tarde para darse cuenta de ello.

—Lie —insistió Viggo.

Cuando sus brazos rodearon mi torso para ponerme en pie, apretando de ese modo la herida de mi espalda, un doloroso jadeo escapó de mis labios al sentir cómo mi cuerpo parecía arder.

—Debéis iros antes de que llegue la policía.

La voz de Argent hizo que yo ocultara mi rostro tras mi pelo mientras me preguntaba en qué momento habría llegado el hombre. ¿Habría visto cómo habían empalado a su hija y nosotros no habíamos hecho nada?

Sin querer pensar en la respuesta a esa maldita pregunta me dejé arrastrar por Viggo mientras dirigía por unos segundos mis ojos a Scott, que permanecía aferrado a la verja de hierro como si fuera su salvavidas. Como si esa verja fuera lo único que impedía que se hundiera en ese pozo oscuro del que costaba tanto salir.

The Last Sacrifice |Derek Hale x OC|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora