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Colocando mis manos sobre su abdomen, volví a sentarme sobre sus caderas mientras estiraba mis labios en una sonrisa al ver la fina capa de sudor que cubría su piel y cómo él cubría sus ojos con su antebrazo

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Colocando mis manos sobre su abdomen, volví a sentarme sobre sus caderas mientras estiraba mis labios en una sonrisa al ver la fina capa de sudor que cubría su piel y cómo él cubría sus ojos con su antebrazo.

Viendo cómo su respiración comenzaba a regularse, me incliné sobre él y besé con delicadeza el lado izquierdo de su pecho, sintiendo cómo los fuertes latidos de su corazón golpeaban mis labios.

Durante largos minutos no se oyó nada entre aquellas cuatro paredes salvo nuestros rítmicos corazones, momento que aproveché para seguir deslizando las yemas de mis dedos por su piel.

—¿Estás bien? —pregunté en un susurro.

Él no contestó, por lo que alcé mi cabeza de su pecho para poder ver cómo dejaba caer su brazo sobre el colchón y me observaba con una de sus cejas enarcadas, consiguiendo que una risilla escapara de mis labios al ver su seria expresión.

Absorta vi cómo deslizaba su lengua por sus labios antes de pestañear con lentitud, lo que me obligó a contener con un gran esfuerzo el pesado suspiro que quería escapar desde lo más hondo de mi pecho.

Sabía que eran detalles insignificantes, pero incluso con gestos tan simples, conseguía que la sangre bullera en mis venas.

—¿Y ahora qué?

Esa sencilla pregunta susurrada me obligó a alzar una de mis cejas mientras él colocaba sus manos sobre mis caderas y acariciaba delicadamente mi piel con sus pulgares.

—¿Cómo que ahora qué? —pregunté completamente confundida.

Cuando él asintió con su cabeza, alzando imperceptiblemente las comisuras de sus labios, volví a enarcar una de mis cejas antes de tumbarme sobre él para poder unir nuestros labios en un lento beso a la vez que le obligaba a trasladar sus manos a mis nalgas.

Sin embargo, cortando bruscamente el beso, trasladé mi boca a su oreja y dejé escapar un grave gemido mientras balanceaba con parsimonia mis caderas contra las suyas, permitiéndole sentir la humedad que bañaba mis braguitas.

—Ahora me follarás como un maldito animal, Derek —susurré, volviendo a moler mis caderas y arrebatándole un suave gemido—. Porque es lo que quiero... y lo que necesito.

Él dejó escapar una casi imperceptible risilla antes de hacernos girar en la cama, momento que aprovechó para presionar su cuerpo contra el mío y atacar cada rincón de mi piel con sus labios, lo que me obligó a encorvar mi espalda mientras pesados suspiros escapaban desde lo más hondo de mi pecho.

Fueron fugaces los segundos que Derek tardó en retirar la ropa interior de mi cuerpo y hundir su cabeza entre mis piernas, obligándome a clavar mis dedos en el colchón.

—Odín... —mascullé.

—Mírame.

Haciendo un gran esfuerzo, alcé mi cabeza lo suficiente para ver cómo sus ojos azul eléctrico relucían con fuerza mientras su lengua se deslizaba a través de mi resbaladiza piel y uno de sus dedos entraba con lentitud en mi cuerpo.

The Last Sacrifice |Derek Hale x OC|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora