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Derek

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Derek.

Una vez más, mis ojos se dirigieron a ella, que dormía en esa incómoda posición desde hacía horas.

Mentiría si no dijera que comenzaba a preocuparme. Entendía que estuviera cansada, pero llevaba durmiendo diez horas, y teniendo en cuenta que hablábamos de Nealie, era en cierto modo... raro.

En varias ocasiones, Peter había intentado entablar conversación, pero haciendo gala de mi inexistente paciencia, le había ignorado descaradamente para que se callara de una maldita vez.

Lo que menos me apetecía en esos momentos era tener que lidiar con él. Todo lo que había pasado era culpa suya. Si él no la hubiera cagado, como siempre, Los Calaveras no nos hubieran atrapado y, por consiguiente, Nealie no se habría puesto en peligro de una manera tan tonta.

Si bien es cierto que pensar en que había recorrido innumerables kilómetros para sacarnos de aquel agujero provocaba que una placentera calidez inundara mi pecho, no quería decir que no estuviera en cierto modo molesto.

Sabía que el día de viaje que había entre Beacon y México lo había hecho sin molestarse en descansar apenas unos minutos. Lo sabía. Las purpúreas ojeras que habían enmarcado horas atrás sus ojos me lo dejaban en claro.

Y mientras tanto... no podía dejar de rememorar todo lo que había sucedido en las últimas horas, lo que hacía que mi corazón se acelerara en mi pecho de solo pensar en ella.

Mi cuerpo convulsionó una vez más cuando la corriente volvió a correr por mis músculos, provocando que maldijera en mi cabeza una vez más a mi supuesto tío. ¿Cómo demonios había permitido que sucediera esto?

Tenía que volver a Beacon...

Debía hacerlo.

Cualquier pensamiento desapareció de mi mente cuando la puerta se abrió de un brusco empujón y frente a mis ojos apareció Nealie prácticamente inconsciente, siendo arrastrada por dos de esos cazadores y todos ellos precedidos por la líder, Alaya.

—¡Nealie! —exclamé, viendo cómo la acercaban a la verja y la colgaban junto a Peter.

Los minutos posteriores fueron surrealistas, sin embargo, cuando salimos de aquel lugar sanos y salvos, me dediqué a observar detenidamente a Nealie, quien rápidamente subió a su coche.

Sin poder despegar en ningún momento mi atención de ella, agarré la tarjeta que me tendía uno de los mercenarios y me apresuré al coche, subiendo al asiento del copiloto mientras mis ojos recorrían una vez más su confundido rostro.

Me daba la sensación de que se encontraba muy tensa en mi presencia, y eso me hacía preguntarme el por qué vendría hasta un lugar como aquel si no pensaba mirarme más allá de lo necesario.

Tras varias horas de viaje, ella se detuvo en un motel no muy agradable a la vista, pero entendía, por la cansada expresión de su rostro, que lo necesitaba, y cuando ella pidió una habitación, deduje que me iba a tocar dormir con Peter.

The Last Sacrifice |Derek Hale x OC|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora