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Mis dedos se deslizaban con lentitud por la cálida y sudada piel de su espalda mientras intentaba regular los intensos latidos de mi corazón, lo cual se complicaba enormemente al rememorar en mi mente lo que había sucedido minutos atrás

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Mis dedos se deslizaban con lentitud por la cálida y sudada piel de su espalda mientras intentaba regular los intensos latidos de mi corazón, lo cual se complicaba enormemente al rememorar en mi mente lo que había sucedido minutos atrás.

Había sido tan delicado... tan tierno, que sentía que mi corazón iba a explotar en mi pecho de lo feliz que me encontraba en esos momentos.

Por primera vez en veinte años, había descubierto la gran diferencia que había entre follar en busca del insípido placer y hacer el amor para demostrar todos esos sentimientos que eras incapaz de pronunciar con tus labios. Con cada caricia, con cada beso... con cada gemido le había dejado en claro lo que significaba para mí. Le había dicho lo mucho que le quería con mis acciones porque no me sentía capaz de decírselo con palabras.

Estaba segura de que lo que me hacía sentir, las sensaciones que provocaba en mí, la insana necesidad que tenía de él, de su cuerpo, de sus caricias... no se podían demostrar con palabras.

Un nuevo beso en la piel de mi cuello me sacó de mis pensamientos, haciendo que mis manos envolvieran una vez más su rostro con mis mejillas, obligándole a alzar su cabeza desde el hueco de mi cuello para poder besar sus labios una vez más, estremeciéndome ligeramente cuando salió de mi interior, pero aún así permaneció sobre mí, manteniendo nuestros sudados cuerpos pegados de tal manera que ni siquiera el aire podía pasar entre ambos.

Sin embargo, la realidad tardó poco en caer sobre mí, haciendo que tensara mi cuerpo antes de apartarle de encima de mí y sentarme en el borde de la cama, hundiendo mis dedos en mi cabello en un desesperado gesto.

—Nealie... ¿qué ocurre?

—Esto ha estado mal —susurré, dedicándole una desesperada mirada por encima de mi hombro—. Esto... ha estado muy mal.

—¿De qué... estás hablando? —preguntó Derek, haciendo que me levantara de la cama y me girara hacia él—. ¿De verdad me estás diciendo que te arrepientes?

¿Arrepentirme? Esa palabra hizo que mi boca se abriera repetidas veces sin emitir sonido alguno, hasta que tomé una enorme bocanada de aire.

—Ya te dejé entrar una vez —dije con parsimonia, llevándome una mano a mi corazón—. No voy a permitir que vuelva a suceder.

—Nealie...

—¡No, Nealie, no! ¡No sabes lo que tuve que pasar!

—Pero dijiste que me... querías.

—Y te quiero —reconocí sin ninguna vergüenza, clavando mis dedos en mi pecho—. Pero eso no significa que esté dispuesta a volver a arriesgarme a sufrir como ya lo hice una vez.

Mi corazón dio un vuelco cuando él se sentó en un brusco movimiento y envolvió mi muñeca con sus dedos para llevarse mi mano a los labios y depositar un delicado beso.

The Last Sacrifice |Derek Hale x OC|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora