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Con mis ojos fijos en el rostro de Cédric, lo que me permitía admirar su tierna sonrisa, las bonitas pecas que adornaban su nariz o sus expresivos ojos, caminábamos por los desolados pasillos del hospital mientras él me contaba a grandes rasgos lo...

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Con mis ojos fijos en el rostro de Cédric, lo que me permitía admirar su tierna sonrisa, las bonitas pecas que adornaban su nariz o sus expresivos ojos, caminábamos por los desolados pasillos del hospital mientras él me contaba a grandes rasgos lo que había estado haciendo en los últimos meses.

Podría mentir diciendo que escuché algo de lo que dijo, pero estaba demasiado ocupada disfrutando de los potentes y satisfechos latidos de mi calmado corazón, producto de la seguridad que me transmitía el pelirrojo con su simple presencia como para prestarle atención a las palabras que salían sin descanso de sus labios.

—Os he echado de menos.

El sincero susurro escapó de mis labios cuando él rodó sus ojos al ser consciente de que no le estaba escuchando, sin embargo, poco tardó en esbozar una sonrisa más amplia que me dejó apreciar la blanca hilera de sus dientes.

—Nosotros a ti también... te lo puedo asegurar —respondió él antes de atraerme hacia su costado y depositar un suave beso en mi sien—. Aunque no deberías haber esperado tanto para avisarnos de que las cosas estaban tan mal... Quizás podríamos haber evitado que Viggo... o que tú te encontraras... tan mal.

—No me encuentro tan mal —murmuré, abrazando su cintura antes de que llegáramos a un pasillo escasamente iluminado—. Puede que últimamente no haya comido demasiado bien y esté un poco delgada, pero cuando solucionemos todo, te prometo que volveré a ser la de siempre.

Un sorprendido jadeo escapó de mi pecho cuando él se detuvo abruptamente y me obligó a hacer lo mismo antes de clavar sus dedos en mis hombros, lo que me obligó a arrugar mi rostro en una mueca que duró lo mismo que tardé en enlazar mi mirada con la suya para percatarme de la indescriptible seriedad que bañaba su rostro.

—No estás delgada, Nealie —masculló él—. Estás famélica, ¿de acuerdo? Pareces un maldito esqueleto andante... Esto no es algo que se arregle en un par de días y lo sabes.

Cualquier intención de rebatir sus palabras se esfumó en el momento en el que la histérica voz de Stiles resonó por el pasillo, haciendo que todos mis sentidos se pusieran alerta y que dejara olvidada la conversación con Cédric por unos efímeros segundos mientras mis ojos se dirigían al fondo del pasillo.

—¿¡Qué me calle!? ¿¡Ahora me vas a decir qué hacer!? ¿¡CUANDO TU NOVIA PSICÓPATA ASESINA EN MASA, LA SEGUNDA QUE TIENES, POR CIERTO, MANTIENE A MI PADRE EN ALGÚN LUGAR ATADO PARA SER SACRIFICADO EN ALGÚN RITUAL!?

Esas palabras provocaron que mi estómago diera un vuelco y que mis dientes se apretaran con fuerza, conteniendo con grandes dificultades la rabia que me provocó una verdad tan certera, sin embargo, desterré todas esas emociones al fondo de mi cabeza y estiré mis labios en una siniestra sonrisa, haciendo gala de mi perfecta falsa indiferencia mientras volvía a clavar mis ojos en Cédric.

De hecho, fue él quien sonrió ampliamente antes de volver a colocar su brazo sobre mis hombros para arrastrarme de nuevo por el pasillo, siguiendo la voz del castaño.

The Last Sacrifice |Derek Hale x OC|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora