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Por enésima vez pasé mi dedo índice por la fina cadena de oro blanco que rodeaba mi muñeca desde hacía demasiados días, mientras intentaba controlar la involuntaria sonrisa que amenazaba con decorar mi rostro

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Por enésima vez pasé mi dedo índice por la fina cadena de oro blanco que rodeaba mi muñeca desde hacía demasiados días, mientras intentaba controlar la involuntaria sonrisa que amenazaba con decorar mi rostro.

Mentiría si dijera que no había disfrutado aquel día... a pesar de todo.

Había pasado una fabulosa tarde con mi manada. Habíamos comido, bebido y reído. Habíamos puesto a Viggo al tanto de todo... absolutamente de todo lo que había pasado en su ausencia. Más tarde habían llegado Nora y Samuel con la deliciosa tarta de frutas silvestres que preparaba la mujer. También se habían unido a nosotros los gemelos Steiner, que sorprendentemente seguían vivos.

Y yo, por primera vez, sentí que todo volvía a estar en su sitio.

A pesar de que Derek Hale se había ido de la ciudad y no me había atrevido si quiera a mencionar a Scott y Stiles... había sido un buen día.

Esa esclava de oro blanco me lo demostraba.

Quizás no pudiera borrar los recuerdos de mi mente... pero sí podía conseguir otros mejores si tal y como decía Grace, perdonaba a los demás y a mí misma.

Cuando la puerta se abrió sutilmente, llevé mis ojos hacia ella para ver cómo mi hermano metía su cabeza lo suficiente para permitirme apreciar la tierna sonrisa de sus labios.

—Es hora de levantarse, Lie —susurró Viggo adentrándose a mi cuarto.

Yo arrugué mis labios en un puchero antes de hacerme a un lado de la cama, haciéndole hueco para que se tumbara a mi lado, algo que él hizo con rapidez antes de darle un golpecito a la cadena de mi muñeca, lo que hizo que mis mejillas se tiñeran de un intenso rojo chillón.

—Yo... —murmuré, girándome hacia él para ver cómo él rodaba sus ojos ante los intensos latidos de mi corazón.

—Si vuelve a hacerte daño... —volvió a susurrar Viggo, llevando su mano a mi mejilla, provocando que mis labios se estiraran en una diminuta sonrisa—. Si vuelve a hacerte daño... le mataré con mis propias manos.

—Lo sé —confesé sin ser capaz de contener la risilla que escapó de mis labios al ver su seria expresión—. Sé que lo harás.

Un pesado suspiro escapó de mis labios cuando él se levantó precipitadamente y agarró mis manos para obligarme a sentarme en la cama, haciendo que rodara mis ojos.

—¡Vamos! —insistió él—. Tienes que ir a la escuela.

—Oh, por Odín... No —murmuré, echando mi cabeza hacia atrás, haciendo evidentes mis nulas ganas de ir al infierno.

—Llevas un mes de vacaciones, ¡vaga! —exclamó él, haciéndome reír.

—No me importaría seguir otro mes más —reconocí.

Viendo con una sonrisa cómo Viggo salía de mi habitación, me levanté lentamente de la cama y prácticamente me arrastré hasta el baño para darme una rápida ducha antes de ver mi reflejo en el espejo.

The Last Sacrifice |Derek Hale x OC|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora