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—Estoy bien.

El ahogado susurro escapó de mis labios mientras contenía las intensas arcadas que contraían mi estómago, dejándome arrastrar por Kira y el ordenador.

—¿Qué ha ocurrido, Byrne? —preguntó el entrenador mientras yo resollaba como un corredor de maratones.

—Fui al laboratorio de Química y olía muy mal... me mareé casi enseguida —mentí con fluidez, exhalando un suspiro cuando salimos de la escuela y la luz golpeó mis llorosos ojos.

—Se lo comunicaré al director... Si hay una fuga de algún producto químico puede ser peligroso —masculló el hombre, dejándome en manos de Kira, quien se apresuró a rodear mi cintura con uno de sus brazos antes de ayudarme a sentarme en las escaleras.

—¿Quieres agua? —preguntó ella con suavidad, colocando una pequeña botella frente a mi rostro cuando volví a carraspear.

Yo solo asentí con mi cabeza antes de agarrar la botella y prácticamente vaciarla, dedicándole una mirada de disculpa a la chica.

—Siento lo del otro día —murmuré, devolviéndole la botella, antes de sonreír al ver el sonrojo de sus mejillas—. Pero no me fío de ti... Bueno, en realidad no me fío de casi nadie.

Esquivando su profunda mirada, centré mi atención en Kath, que en ese momento corría hacia nosotras siendo seguida por Scott, Stiles, Lydia y los gemelos.

—Debo irme —se apresuró a decir la chica a mi lado, huyendo del grupo en segundos.

Yo estiré mis labios en una sonrisa al ver cómo se colocaba los auriculares de nuevo en sus orejas y hundía su cabeza entre sus hombros, como si de esa forma pasara desapercibida.

—¿Por qué has tardado tanto en salir? —inquirió la morena.

Cuando yo no contesté, ella cruzó sus brazos sobre su pecho, ganándose una incrédula mirada de mi parte.

¿Qué se pensaba? ¿Que era mi madre?

—Hemos visto cómo te sacaban el entrenador y esa chica a rastras —informó Aiden sin ningún tipo de sutileza, provocando que me levantara de las escaleras y estirara los agarrotados músculos de mi espalda.

—Fui al laboratorio de Química, olía fatal y me mareé, no tiene más.

Las palabras se deslizaron con una falsa seguridad de mis labios mientras esbozaba una tranquila sonrisa, deseando en lo más profundo de mi ser que todos ellos me creyeran sin tener que dar más explicaciones.

Con satisfacción vi cómo los chicos hablaban relajados frente a mí, logrando que un mal sabor de boca se asentara en mi estómago.

Lo estaba haciendo de nuevo. Estaba volviendo a guardarme valiosa información, y eso hacía que un gran sentimiento de culpabilidad se asentara en mi pecho. Pero no podía por menos.

The Last Sacrifice |Derek Hale x OC|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora