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El tenso e insoportable silencio que nos rodeaba únicamente era interrumpido por mis ahogados sollozos mientras mis ojos no podían despegarse del impasible rostro del viejo

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El tenso e insoportable silencio que nos rodeaba únicamente era interrumpido por mis ahogados sollozos mientras mis ojos no podían despegarse del impasible rostro del viejo.

—¿Qué es lo que está pasando? —rugió de nuevo Kali.

—Me largo de aquí... —gruñí realmente angustiada.

Sin alzar mis ojos del suelo, pasé junto al viejo dispuesta a no volver a acercarme a él en mi miserable vida, sin embargo, cuando su mano envolvió con fuerza mi antebrazo, deteniendo de esa manera mis pasos bruscamente, mis inundados ojos se clavaron en su rostro para después sacudir enérgicamente mi extremidad para librarme de su agarre.

—¡SUÉLTAME!

—Ahora... formas parte de nosotros —masculló el viejo, lanzándome sin ningún tipo de recato contra la mesa metálica—. Te guste... o no... No pienses que porque ahora sepas la verdadera razón de porqué te quiero junto a mí, mi amenaza deja de ser menos válida... Ahora tengo cinco cabezas de Betas entre los que puedo elegir.

—¿Cinco? —pregunté irónica.

Viendo cómo las comisuras de sus labios se alzaban de forma casi imperceptible, permití que los colmillos sobresalieran levemente de mis brazos mientras por el rabillo de mi ojo veía cómo Kali imitaba mis acciones en mi dirección, dejando clara la amenaza.

—¿Ahora eres un cateto que no sabe contar?

—No sé si no te has percatado... o pretendes engañarme... pero la humana hace tiempo que pasó a formar parte de tu manada... Sería extremadamente fácil abrirle la garganta con mis garras —masculló el viejo, provocando que por unos segundos mi corazón se detuviera en mi pecho.

Si bien es cierto que supe desde el primer momento que permitir que mi manada se hiciera pública suponía un riesgo, estaba convencida de que podían defenderse por ellos mismos. Pero Katherina era otro asunto.

Desde el principio supe que establecer relaciones con alguien ajeno a mi familia iba a suponer un riesgo. Por eso, no había sido mi intención vincularme tan estrechamente con la chica, había sido algo que simplemente había sucedido... Poco a poco había logrado hacerse un hueco en mi vida. Un hueco irreemplazable, pues debía reconocer que Katherina era única.

Su pasotismo con la vida, pero implicada con aquello que ella consideraba importante... Su escaso filtro verbal que ponía en duda su capacidad de raciocinio, pero inteligente cuando debía serlo... Todas esas cualidades y defectos que la hacían ser ella y que por extraño que parezca llegaban a complementarme en cierto modo.

Maldiciéndome en mil idiomas por haber puesto en riesgo a alguien como ella, por haber permitido que se acercara demasiado a mí, volví a apoyarme en la mesa y aferré el borde entre mis dedos ejerciendo tanta fuerza que mis garras terminaron perforando el metal, pero sin ser capaz de desviar mi atención del viejo... Conteniendo difícilmente mis ganas de matarle en ese momento.

The Last Sacrifice |Derek Hale x OC|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora