stark.

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S E S E N T A

B u c k y b a r n e s .

stark.

La suave brisa de San Francisco se cuela por mi ventana removiendo mi cabello y produciendo un leve tintineo en los cascabeles que cuelgan a un lado de la recamara.

- Deberías llevarlos -los dedos de mi madre toman rápidamente aquel par de cascabeles dorados- Así tendrás algo con lo que recordar tu hogar.

Su sonrisa es sincera y amigable, casi me olvido de que en estos momentos la podría estar odiando.

- No creo que en la torre de su majestad haya ventanas. -ironizo alejando mis preciadas joyas de sus suaves palmas.

- Vamos [T/N], deberías verle el lado positivo -su sonrisa se ensancha- conocerás al Capitán América.

Ruedo los ojos a la par que ella ríe, la extrañaría, extrañaría cada parte de mi vida aquí, las calles, el ruido que se remueve en casa, mamá revoloteando en la cocina provocando desastres, su risa, sus abrazos y todo lo que la relacionaba a ella; seguía sin entender porque aquel hombre se había alejado de ella, dejándola conmigo en brazos y marchándose para siempre.

- No entiendo porque él ahora si quiere ver conmigo, mamá. -gruño- Han pasado más de veinte años y nunca he recibido una sola llamada por su parte.

- Pero si dinero, cariño -sus dedos se deslizan por mi cabello, peinándolo un poco- nunca es tarde para que Tony y tu puedan tener una buena amistad.

- No quiero una amistad con él -la aparté- el momento de ser un padre ya terminó.

Los ojos tristes de mamá hacen que me encoja en mi lugar, no quiero ser grosera con ella, siempre ha sido una buena madre, pero desde que habló con Stark hace unas semanas y juró que yo pasaría una temporada con él las cosas habían cambiado entre nosotras.

- Promete traerme algo de Aieta -susurre abrazándola- y decirle hola a los abuelos.

- Por supuesto que lo haré.

•••

En el instante en el que mis pies tocaron el concreto de Nueva York sentí desfallecer, era hora, lo enfrentaría, le diría que lo odio y me escaparía de allí.

A quien engañaba, no podría romperle la promesa a mi querida madre de intentar convivir con el idiota de metal, no soportaría escucharla llorar una vez más y menos si yo era la causante. Solo serían un par de semanas y podría estar nuevamente acurrucándome en sus brazos antes de marcharme a la universidad.

Un pequeño cartelito con mi nombre acompañado de un globo de cenicienta llamó mi atención, un hombre de mediana edad y algo corpulento lo sostenía con una mirada oculta tras un par de anteojos oscuros, odiaba que la gente evitara miradas con aquel accesorio, los ojos eran las ventanas al alma y la única manera que tenía para descifrar si alguien era buena o mala persona.

- Soy yo -platiqué una vez estuve a su lado.

- ¿Cómo se que lo eres? -murmuró con indiferencia.

- ¿Por qué alguien que no es la persona que buscas se acercaría a ti simulando que si lo es? -ironicé arqueando una ceja- soy yo la que se está poniendo en la boca del lobo acercándose a alguien que podría asesinarme.

- Touché, -río- toda una Stark.

Me abrazo con amabilidad, como si me conociera de por vida, a lo cual me aleje encogiéndome de hombros, no era de esas personas a las que le desagradara el contacto físico, de hecho, amaba los abrazos, pero viniendo de un extraño me dejaba nerviosa.

- Así que -comenté- ¿tú eres?

- Happy -sonrió.

El complejo de los Vengadores, el cual ahora sería mi hogar imponía respeto, sus grandes instalaciones y hectáreas de áreas verdes interminables amenazadoras me dejó con la boca abierta, escapar de este lugar no era una opción viable, adiós libertad, hola jaula verde.

Una vez dentro de la estructura, Happy se despidió con la excusa de marcharse a industrias Stark, puesto que lo necesitaban, le sonreí y agradecí amablemente por ayudarme, en el transcurso en auto había compartido una buena conversación con él, así que se podría decir que era mi único amigo en la enorme manzana.

- Mira viejo, esa princesa soy yo -unas risas me detuvieron- Te lo juro, yo soy cenicienta porque soy pooooooooooobre.

Me giré rápidamente asustada y la figura de dos hombres imponentes llenaron mi campo de visión, el más bajo reía con gracia y el otro me miraba apático con una ceja arqueada, juzgándome con sus intensos ojos azules.

- Ho-hola -tartamude agitando la mano en donde tenia el hilo del globo, agitándolo por el movimiento.

- Hey, chica -rio nuevamente el moreno- ¿Y tu quien eres?

- Ella es [T/N], -una voz detrás de mi erizó los vellos de mi nuca- mi hija.

Los ojos azules me escanearon de arriba abajo, oscureciéndose en el proceso, eran como una tormenta en el océano, estaba embelesada de solo verlos.

- Me alegra que por fin hayas llegado, [T/N]. -otra voz apareció- No sabes cuanto tiempo te hemos estado esperando.

Ojos eléctricos desvió su mirada de mi hacia nuestro nuevo comensal ablandándose de solo verlo, ahora que había probado aquellos ojos la ausencia de ellos se sentía desgarradora.

Mi mirada buscó los dueños de aquellas voces detrás de mí, el Capitán América a quien reconocí rápidamente sonreía con amabilidad, y Anthony Stark, me veía con superioridad, me hervía la sangre al tenerlo tan cerca de mí, ahora estábamos respirando el mismo aire, ahora nuestros ojos cafés se conectaban, era la primera vez y la adrenalina recorría mi cuerpo con pasión.

Me acerque a pasos ligeros hacia él, sus brazos se extendieron en un abrazo y una sonrisa surcó su estúpido rostro; mi pie se levantó y estampo contra su pie en un gran pisotón, la cara del idiota parecía que se caería a pedazos del enojo.

- Si que será una grandiosa temporada. -ojos eléctricos rio. 

ONE SHOTS / SEBASTIAN STAN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora