la hermana de la hormiga.

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T R E I N T A  Y  U N O
b u c k y  b a r n e s


la hermana de la hormiga.

Si nunca habías sentido que no encajabas en algún lugar, amigo mío, tú no eras humano. Y claramente yo lo sentía todo el tiempo desde que me había mudado.

No pasaba los veinticuatro años, y aunque ya era legal de todas las formas, y podía cuidarme a mí misma mi hermano me aprisionaba hacia él.
Ser pariente de Scott no todo el tiempo era bueno, después de que él se mudara al complejo de los Vengadores él me había arrastrado hacia allí, obligándome a dejar mi vida en Minnesota.

Vivir rodeada de súper héroes no eran la gran cosa, el problema era intentar mantener una conversación sin que involucrara recuerdos de antiguas luchas ganadas, o siquiera poder sacar a colisión un tema en el que yo pudiese estar sin ningún problema, como los libros, o los videojuegos si así se quería.

El Sr. Stark y su pareja, Pepper Potts, habían tenido la grandiosa idea de otorgarme una biblioteca y la realidad era que me encontraba sumamente feliz por ello, excepto por el minúsculo detalle de compartirla con el Soldado brazo metálico, él si que era un dolor en el trasero.

Como era ya costumbre corrí a mi sillón cómodo de la habitación y después de tomar un libro me sumergí en mi propio mundo, esto sí que era vida.

-Quítate pulga, el sillón hoy es mío. -la voz gruñona y pesada de James me sacaron a tirones del mágico mundo griego en donde estaba sumergida.

-Olvídalo hojalata, este es mi lugar. -bufé de vuelta con los nervios de punta, yo tenía cierto miedo hacia él.

-Mira pulga, cuando digo que es mi lugar es porque es -su voz freno en seco al observar el libro en mis manos- Ese libro es mío.

-Todo no puede ser tuyo, Barnes. -parecía que el humo saldría de sus orejas en unos instantes.

Había visto días atrás al soldado leerlo, y como yo anteriormente ya lo había leído solo quería darle una hojeada para recordar del todo, la verdad intentaba encontrar un tema de conversación para impedir qué él me siguiera dando miedo, y liberar su mal genio, yo quería que él charlara conmigo sin parecer que me asesinaría.

-Yo lo he estado leyendo, en ese sillón -señaló a los nombrados- ¡Deja de quitarme todo!

-¡Bien! -chille lanzado el libro a sus manos y alejándome hacia la puerta- ¡Al final muere Tobías! -grite antes de marcharme.

En mi trayecto escuché su grito de desesperación por adelantarle el final y el sonido de un golpe, pero no detuve mi andar, no quería convertirme en un saco de boxeo en este momento.

 

bucky point of view.


¡Maldita sea! ¡Maldita niña!

No podía dejar de maldecir y tironear mi cabello con cada segundo que transcurría. ¿Cómo era posible que la hermana de la hormiga tuviese tantos efectos en mi?

Aveces quería gritarle con todas mis fuerzas que era un dolor de espalda, pero otras veces quería lanzarme hacia ella y molerla a besos mientras me hundía en su ser.

No, no, no, concéntrate Barnes.
Ella es una niña.

Una niña que quisiera comer.

Gruñí lanzándome a la suave cama esperando controlar mis impulsos, no podía continuar con esto.

-Hey, Buck. -la suave voz de Steve resonó en toda la habitación- ¿Cómo va todo?

-No muy bien. -gruñí- No puedo seguir soportando a la pulga.

Steve sonrió tiernamente sentándose a un lado de mi en la cama, él era la única persona que sabía sobre mis sentimientos hacia la chica, y de vez en cuando intentaba aconsejarme, como ese en donde yo compartiese mi biblioteca con ella.

-¿Por qué lo dices? -curioseó.

-Estábamos "discutiendo" -enfaticé con las manos- y me entraron unas enormes ganas de hacerla mía en ese instante y yo...

-Ahórrate los detalles de cómo pensabas tener sexo con uña niña. -la cara de Steve era de repulsión total.

-En fin, pero luego de eso quería gritarle que era una pulga fastidiosa -gruñí- pero no hice ninguna de las dos.

-Agradezcamos al cielo en que no. -repuso él.

El resto de la tarde Steve intento seguir aconsejándome, y después de varias horas de meditarlo una y otra vez llegó a la conclusión que debería invitarla a salir y confesar mis sentimientos hacia ella, evitando mencionar todas mis fantasías sexuales.
Y aunque parecía ser una buena idea cuando tuve cerca a la pulga para decirle que saliera conmigo las palabras quedaron atoradas en mi garganta y lo único que articule me hizo arruinar las cosas más.

-Sabandija. -su rostro se tornó rojo y el plato de espagueti que llevaba en las manos se estrelló en mi cara.

Minutos después me encontraba nuevamente en mi habitación limpiando mi cabello e intentando tomar valor para volver a intentar preguntarle sobre si saldría en una cita conmigo.

El segundo intento al día siguiente resultó peor de lo que había ensayado.
Ella estaba en el gimnasio jadeando por el cansancio y al verla así no evite sentir un cosquilleo en el pantalón, al acercarme su mandíbula se tensó y luego de un suspiro por intentar relajarme y hablar el vomito verbal salió nuevamente con fluidez.

-Yo podría hacerte jadear más fuerte. -su boca se abrió en indignación y su puño se estrelló en mi cara antes de marcharse.

Si seguía con esto terminaría en un hospital, o un cementerio. Pero tenía que lograrlo, yo era James Casanova Barnes, ¿Qué había ocurrido conmigo? Aparte de perder un brazo, ¿Acaso había perdido mi toque con las chicas?

En mi tercer intento estábamos todos almorzando, y luego de unos instantes la mayoría ya se había marchado, solo quedábamos Nat, Steve, Viri y yo, la pulga era bastante lenta para comer.
Reuní todo el valor que pude y grite su nombre. Sus ojos reflejaron pánico y sus manos temblaron repentinamente. ¿Había sido brusco al gritar su nombre?

-¡No me mates! -suplicó- Perdón por cambiar tu champú por crema depilatoria, lo siento. -sus palabras salían a tropezones de su boca, se veía tan linda que casi olvidé lo que ella había dicho.

-¿Qué? -grite- Ahora si no tendré compasión.

-¡Bueno ya! -Steve se levantó de la mesa sumamente enojado, al instante Viri y yo nos sentamos como dos niños regañados.

-Viri, lo que hiciste no está bien. -ella lo miro apenada.

-Lo se, lo siento, pero él lleva molestándome toda la semana. -Se defendió.

-Él solo intenta pedirte una cita, es un poco cabeza dura. -los ojos de la pulga se desviaron de Steve hacia mi, yo asentí confirmando lo que Steve decía- Él gusta de ti, cariño.

-"Él" está aquí, gracias -gruñí- Viri, yo-yo, si me gustas, bueno creo que es más que gusto, ¿tendrías una cita conmigo? -no sabía lo que diría, su cara era un dilema, estaba muy asustado.

-Tu también me gustas, creo -una pequeña risa surgió de sus labios- Es raro porque también me das un poco de miedo.

Nuestros labios se encontraban curvados a la par, y luego de que ella enroscara su brazo con  el mio nos dirigió a la puerta del complejo. 

-Bien, entonces vamos por esa cita. 

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¡Perdón la tardanza!
Espero te guste Viri.
🧡🧡🧡

-Lía.

ONE SHOTS / SEBASTIAN STAN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora