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T R E I N T A Y C I N C O
b u c k y  b a r n e s .

pagar errores.

Con cada segundo que transcurría en aquel reloj sus nervios se incrementaban al tope.
Veía el mover del segundero y el tic tac resonaba en la mente del hombre una y otra vez taladrándole la misma sin precaución y era sumamente doloroso. Las esposas metálicas que se cernían sobre sus manos se sentían más pequeñas con el tiempo que transcurría.

Observó como aparecía una silueta robusta en la puerta y sus miedos se hicieron más fuertes, las lágrimas desbordaban sus ojos azules como pares de llaves abiertas, los sollozos
quedaban ahogados por la mordaza de su boca.
La silueta se acercó con un cuchillo en la mano izquierda, una sonrisa siniestra se distinguía dentro de la oscuridad; el cuchillo fue levantado para posteriormente acercarse hacia él, este gritó lo más que pudo desgarrándole la garganta al sentir como el metal filoso atravesaba una y otra vez su cuerpo. Las lágrimas nublaban su vista, pero luego, no ver nada.
La oscuridad le devoraba sin remordimiento, los sonidos se hacían ecos dentro de la habitación, de pronto una pequeña luz blanca brillaba con intensidad a unos metros,se levantó como pudo sintiendo su cuerpo pesado  y corrió hacia esta con pasos agigantados; al llegar la luz se había convertido en una chica radiante y hermosa que lo miraba con una sonrisa de oreja a oreja.

-James. -susurró con ternura.

Intentó tocarla, pero al acercar una mano hacia ella su mirada se transformó a una de pánico, tocó su hombro con cuidado y un sollozo salió agriamente de sus labios. Las manos del hombre se movían por inercia sobre ella hasta llegar a su corazón, ella no se movía pero no dejaba de sollozar una y otra vez.
Levantó la mano y nuevamente la puso en su pecho, ella cayó al suelo.
La luz que emanaba empezó a perder brillo y un espeso líquido cobrizo salió a borbotones de su pecho, en este, el mismo cuchillo que habían utilizado para apuñalarlo se encontraba enterrado en el corazón de la hermosa chica. No podía llorar, ni siquiera sentía tristeza o remordimiento por haberla asesinado, era como si estuviese en su sangre asesinar.

-HAIL HYDRA. -pronunció con orgullo alejándose del cuerpo de la chica.

Caminó con pasos pesados y una pequeña sonrisa ladeada en el rostro, no dejaba de observar el brazo metálico que había adquirido al asesinar a la chica, sentía que era lo correcto, asesinar.
La oscuridad que antes lo comía se transformó en una universidad repleta de mujeres con togas y birretes. Se acercó a una y la atravesó con el cuchillo directamente en el corazón. Su cuerpo se desplomó sin esfuerzo. Y así con cada una de las mujeres que habían, morían y caían en el suelo, nadie lo detenía, solo veían como la sangre manchaba el suelo y mi cuerpo.
Avanzó otro poco y quedó perplejo; una chica bailando en un pequeño salón me robó el aliento, ella se meneaba con frescura y fluidez como si su cuerpo fuese uno con la música. Un corto y flojo vestido negro se cernía libremente sobre ella, el cabello suelto se movía con sus pasos, él sonrió.
Era una sonrisa legítima, una sonrisa de ¿amor? Nunca había sentido amor, ¿Acaso lo que sentía era amor?
La chica dio un giro y su mirada conectó con la azul eléctrica de él.
Un cosquilleo recorrió todo su cuerpo tomándolo por sorpresa, ¿Acaso que estaba ocurriendo?
La chica dio dos pasos hacia él, su mano se levantó sigilosamente y luego un golpe hacia su pecho lo despertó.

///

El desayuno en el complejo de los Vengadores era algo que lo desesperaba continuamente, y aunque intentase evitarlo Steve se entrometía una y otra vez, él quería que James congeniara con su equipo pero era tedioso para él de una manera exponencial. No soportaba estar en un cuarto junto a Stark y sus discípulos.

Él nombrado entro por las puertas francesas y un gruñido salió de los labios del joven con fuerza.

-Tranquilo, hojalata. -replicó quitándose los anteojos- Solo quiero desayunar en paz, no fue la mejor noche.

Se sintió  identificado, el maldito sueño lo había desvelado toda la madrugada.

-Somos dos. -respondió secamente bebiendo café amargo, simplemente quería olvidar.

Los ojos de Stark no se apartaban de James, el empresario quería saber que le había ocurrido, de alguna manera le daba una pizca de curiosidad saber sobre este; por el lado de James los recuerdos de su sueño lo atormentaban sin entender el sentido de este. Escuchó carraspear a Tony y volcó sus ojos hacia él.

-¿Qué? -gruñó.

-Quería saber si soy el único que se dio cuenta que falta el resto. -James vaciló mirando hacia ambos lados, estaba tan perdido en recuerdos que ni siquiera había notado que se encontraba solo con el millonario.

-¿Sabes donde están? -Tony negó.

-F.R.I.D.A.Y reporte de los Vengadores. -replicó al sistema operativo del complejo.

-El capitán Rogers ha cancelado cualquier referencia con él y el resto del equipo, señor. -la mirada de Tony se volvió dura, ¿Dónde demonios estaban?

James se levantó y tomando una gorra de un mueble se dispuso a salir del complejo, no solo en búsqueda de los Vengadores, también quería tranquilizar su mente, intentaría caminar por la ciudad como un chico normal.

-¡Hey hojalata! -la voz de Tony lo detuvo en seco- ¿A donde demonios vas?

-Buscarlos. -y se alejó con pasos firmes del lugar.

///

Llevaba por lo menos unas tres horas caminando por Nueva York; una chaqueta negra se cernía sobre su pecho y brazos ocultando parte del brazo biónico, el resto lo cubría un guante de cuero del mismo color. No podría ser reconocido, su cabello ahora era corto y este se ocultaba bajo la gorra, y sus ojos apaciguados por gafas de sol, quien lo viera simplemente pensaría en un chico normal, no podría levantar sospechas.

Su estómago rugió.

No había desayunado casi nada por andar pensando en aquel sueño, y ahora su cuerpo le pedía a gritos que lo alimentase, debió haberlo pensado. Adentro una de sus manos al bolsillo trasero y al sentir la tarjeta plástica se tranquilizó. Agradecía de cierta manera a Stark por haberle dado una tarjeta de crédito.

Se engulló en un pequeño café, al entrar el aroma de pasteles lo recibió amablemente, en el lugar no había más de tres personas, todas ancianas por lo que podía observar, se sentía verdaderamente hogareño y acogedor, después de todo él era un anciano en el cuerpo de un chico, se sentía como en casa con los demás jubilados.

Se sentó en una de las butacas altas que se encontraban en la barra y se quedó observando a los ancianos, estos jugaban cartas y reían, no pudo evitar sonreír ante ello. ¿Acaso su cuerpo envejecería en algún momento?

Una chica se acercó hacia él, James no lo podía creer, su parecido era extraordinario con la mujer de sus sueños. Sus manos empezaron a temblar.

-¿Puedo tomar su orden? -su voz era dulce y tierna, sentía que desfallecería en cualquier momento.

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¡Primera parte!
PD: por si se lo preguntan la chica luminosa y la del vestido negro no son la misma.

-Lía.

ONE SHOTS / SEBASTIAN STAN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora