Narrador.
Algunos años antes del caos.
Los gritos retumbaban por todo el convento, eran tan desgarradores que provocaban pánico solo escucharlos.
Los cuerpos se amontonan en los pasillos, gargantas partidas, sangre derramada; la presencia del angel de la muerte comenzaba a rondar por cada esquina.
La chica cerró los ojos y tapó sus oidos con las manos tratando de fingir que no estaba pasando nada pero su cuerpo temblaba preso del miedo.
_No es real, no es real_murmuraba con la voz rota por el llanto.
Su rostro manchado por lágrimas y mocos, quería huír de lo que sea que estuviera atacando a todas las monjas, pero realmente no tenía forma de escapar.
Contuvo un grito cuando el caos de afuera se detuvo, y los pasos acercándose a su puerta era el único sonido en todo el convento.
Algo con uñas afiladas rasparon la madera y el picaporte se sacudió sin abrirse, había puesto los pasadores cuando se encerró allí.
Tragó saliva conteniendo las ganas de seguir llorando cuano no sintió más ruido, y fue cuando el picaporte dejó de moverse y todo quedó en calma.
La puerta se abrió con un estruendo, estrellandose contra la pared y gritó, gritó aterrada y una voz en su mente le decía que era el final. Iba a morir, los ojos rojos en el pasillo le devolvieron la mirada.
Alzó la vista por la curiosidad y pasos se acercaban, un hombre salió a la luz.
Venía con traje y su corazón latía más rápido de lo normal, los ojos que era rojos ahora venían negros, un hombre con cabello sobre su cara y rostro tallado.
Adentró sus manos en los bolsillos y cuando estaba cerca se bajó haciendo que la chica tiemble de nuevo.
_¿Cómo te llamas?.
La voz salió rasposa de su garganta haciendo que la chica lo mire a los ojos con el rostro lleno de lágrimas.
_Me llamo Eva.
_Bien Eva, eso que pasó afuera no lo puedes contar pero quiero un favor de ti.
Las manos le tiemblan preguntandose que querrá aquel hombre que atacó el convento.
_¿Que cosa?_ preguntó con la voz temblorosa.
_Solo tienes que aceptar mi trato y prometo que dejaré todo como estaba_ una hoja de papel se extendió en la cara de la chica_ es un trato que concluye que tú serás mi pertenencia hasta que yo quiera y te prometo dejaré todo como estaba antes.
La chica asintió frenéticamente y el hombre sacó una aguja y pinchó su dedo, la misma chica apoyó el dedo en el papel y el hombre sin más desapareció dejando una nube de humo negro.
.
.Desde ese día me di cuenta que todo sería diferente y me di cuenta que nada sería igual. Ese demonio jugó con mi mente y su locura me transformo hasta tal grado de dejar de ser monja y ser la "Sumisa de un Demonio".
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Sumisa de un demonio
FantasyLos demonios invadieron la iglesia, estoy asustada pero también ciertos ojos rojos me cautivaron. Los demonios son seres despiadados que se alimentan de sus víctimas. Yo era una simple chica que amaba a Dios hasta que lo conocí, su imponente figura...